Toulouse es rosa, no rosa a la
manera de una idílica canción en que se ve la vida de determinado color, sino
rosa de verdad. Rosa en la manera que lo son las piedras que dan forma a la
piel de la urbe. Ladrillos rosados apilados tras el paso de pueblos romanos, escenario
del exterminio de los cátaros, lugar del martirio de San Saturnino, morada
ocasional de Santo Domingo, sepulcro de Santo Tomás de Aquino, rincón de la
decapitación de Montmorency, refugio del gobierno republicano español y cuna de
"La Resistencia".
Toulouse también es azul, uno
especial, el que proporciona lo que allí llaman cucaña o cocagne,
científicamente "Isatis Tinctoria". Esta planta se extendía por el
Languedoc, proporcionando un tinte azul para el paño que a veces se denominaba
como azul pastel. Ese azul se diluye en las aguas de los canales, en el
atardecer de su playa artificial, azul terroso y voraz en el cauce del Garona,
ese río que ha visto tanto…
Toulouse es violeta, ¿no es
curioso? Violeta, como la mezcla del rosa y el azul pastel, violeta redundante
en las flores violetas del Languedoc, violeta en el perfume que aún perdura en
mi ropa blanca, violeta en el sabor de sus caramelos, violeta en el tacto del
jabón de manos… También es violeta su alma, el tinte final de sus nubes, su equipo de fútbol.
3 comentarios:
En los blogs caben ciudades con tres colores tan bien descritas....esta mañana traías aromas de viejos cuentos blogueros y se notaba la inspiración...la france....
kisses
Antonio
Jjajajajajajajja anda que si llego a escribir algo de la conversación de esta mañana… se cae el campo…
Kisses
El cambio es la ley de la vida. Y aquellos que sólo miran al pasado o presente definitivamente perder el futuro.
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