jueves, 30 de julio de 2009

Decálogo absurdo extraído de varios días en la Villa y Corte




1 Los cascos del AVE te los dan para evitarte escuchar las conversaciones, en ocasiones muy absurdas, que otros pasajeros mantienen con unos idems o con sus teléfonos móviles en un volumen elevado.
2 De nuevo en la megafonía de algunos trenes se refieren a ti llamándote “viajero” y no “cliente”, lo cual, para una maniática lingüística como yo, es de agradecer.
3 Lo siento, odio desayunar en un bar madrileño, la poca variedad de tostadas y “las porras” frías. No soy nacionalista de la patria chica, pero en este caso concreto ¡sí, y mucho!
4 Me sigo estremeciendo con la línea uno, y la canción de Sabina “Caballo de cartón”, aunque la línea está en obras…
5 Si una napolitana es un bollo, un croisant es un bollo, un donut es un bollo ¿da igual comerse uno que otro?
6 Pasión sin puñales es un espectáculo altamente recomendable que nos enseña que un streptease puede ser estiloso o cómico.
7 La reforma y ampliación de El Prado me recuerda a muchos museos, pero no al Prado; a pesar de eso, tampoco me disgusta…
8 Hay formas de patriotismo que me gustan más que otras.
9 No sé porqué, siempre acabo comprando en tiendas que hay en mi ciudad, cuando estoy fuera de mi ciudad, y además ¡ropa de invierno!
10 Volver a Sevilla, notar esa bofetada de calor que hace que vuelva a fluír por tu cuerpo la sangre que se te había quedado paralizada con el aire acondicionado, es de las mejores sensaciones del mundo.

lunes, 13 de julio de 2009

¿Hay alguien ahí?


Si, si, ella sigue viva. La vieron por la Aldea, aunque no eran fechas; en la boda famosa y esperada sonreía vestida de azul. La vieron planeando viajes y sueños allá por un País Bajo. Cantaba en un coche y se dejó caer en alguna terraza de moda; si, parece algo raro, pero alguna frecuenta. Sigue llegando tarde a los sitios, riéndose de absurdos juegos de palabras, pintándose en el asiento del copiloto. Echa de menos la lluvia, extraña los días del verano pasado en Caños de Meca, y sabe que pronto, para su suerte, llegará el otoño, pues el verano no es lo suyo, aunque se adapta a él. Busca ratos en los que se busca a sí misma. Casi le salen escamas en Caño Guerrero por pasar cinco horas entre olas y confidencias; sigue buscando la verdad de las cosas y el mejor lado de las personas, aunque no siempre lo logra. No le gusta lo que escribe, no se siente a gusto con ello; no pierde el empeño por juntar letras, pero a menudo se mosquea consigo misma… Intenta paliar el calor en la piscina, pretende mirar al frente para que quede bien atrás esa rachilla no tan buena que ha venido padeciendo. Disfruta con lo pequeño y procura que eso no le falte. Al fin está abandonándola un resfriado veraniego que la traía por la calle de la amargura… A veces, muchas veces os lee, a veces, demasiadas veces, no os comenta, sin ningún motivo especial, pero lo siente mucho. Sabe que volverá, o que tal vez no, pues tampoco es capaz de irse ¿y cómo vuelve quién no se va?

miércoles, 1 de julio de 2009

Un año más…


Todos intentamos huir del tiempo, escapar de un Cronos griego o un Saturno romano que pretende devorarnos como un hijo más. Bueno, tal vez generalicé, y todos no; yo sí, pero es imposible, y un año más, volvió a ocurrir.

Hace poco, la mujer que se hizo madre el mismo día que yo hija, me recomendó que no descuidara ciertas zonas de mi cara, pues la piel también cumple años…
Hace dos semanas fui a mi primera despedida de soltera.
Dentro de tres días se casa la hermana de una amiga; una de esas personas que no es tan mayor pues sólo hizo las mismas cosas que tú un par de años antes, aunque ahora
parece subir los escalones de dos en dos…
Murió Michael Jackson, estaba ahí desde que yo nací y podré contar a las generaciones venideras que recuerdo este momento en la historia de la música…
Todo parecen signos de que me hago mayor. Comienza a planear sobre mí la sombra de la presión que la sociedad y la cultura marcan. Me acerco al cuarto de siglo; a esa edad las vidas tienen un sentido, unos pilares, ciertas metas más materiales o concretas que las que a mí se me vienen a la mente al pensar en ellas…
Pero ya no se puede hacer nada, hasta aquí hemos llegado y habrá que asumirlo, aceptarlo, celebrarlo…
Al fin y al cabo, no es tan grave; dicen que lo peor es en los veinticinco, cuando te catapultan a los treinta, aunque cuando me quiera dar cuenta estaré en eso… como decía Quevedo: sólo puede ir a peor.

NOTA: Tras celebraciones, idas y venidas, aquí dejo para que podáis verlo, el regalito de Moe de Triana, para que tenga uno propio en mis sustituciones en la tasca.
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