domingo, 28 de marzo de 2010

Carta a Lucía


Querida Lucía:




Sé por tu padre que ya el año pasado empezaste a pedir cera, y vaya mundo es ese…



¿Sabes? Yo también tuve una bola, una que empecé un Viernes Santo con el papel de plata de un sándwich que merendé… A tu padre le gustó aquella historia, porque ahora que no nos lee nadie te contaré un secreto, a los mayores nos da pena no tener bola de cera. Yo, cuando veo a algún niño sacar la suya y como un nazareno le ayuda a hacerla grande, de verdad que me da envidia no tener la mía…



Espero que tengas mucha suerte en esta semana, y tu bola crezca mucho, mucho. Hazle caso siempre a tu papá, si te dice que no es buen momento para pedir cera será por algo, y tranquila, hay muchos nazarenos y muchos días para seguir pidiendo. Los que van vestidos de negro no son malos, pero son de hermandades en las que no les dejan dar cera, no te enfades con ellos… Intenta conseguir cera de los nazarenos que tienen cirios de colores, es muy bonito como queda en la bola… No intentes darle en casa con las velas de cumpleaños, la cera rosa es muy cursi y se cae, es de mala calidad. No le tengas miedo a la cera, está muy caliente pero no quema, no te hará daño, aunque siempre hay que tener cuidado; además, sé que tu padre te ayuda, no dejará que ocurran lamentables accidentes. Con el tiempo verás que es hasta divertido quitarse la cera seca de las manos, o al menos a mí me gustaba hacerlo. No pierdas la bola, es un rollo tener que empezar una cada año. Yo solía mirar la mía durante el resto del año, para ver que no la había perdido…



En fin, que ya no te entretengo más, que te tendrás que ir ya. Espero que tú y tu bola paséis una buena semana, y recuerda que dentro de poco tendrás que ayudar a Martín con la suya.



Un beso muy grande






Mercedes

jueves, 25 de marzo de 2010

ESPERANDO SIN ESPERAR


Inesperada, con altibajos, intensa y atípica…

Comencé sin ceniza en la frente, con un virus que pensé que no me dejaría nunca, pero sí que lo hizo… Luego comenzaron los Vía Crucis suspendidos por la lluvia, las citas en los templos, los encuentros en otros templos, los que tienen barra… Comenzaron miles de mensajes (benditas redes sociales), intercambios de opiniones y pareceres… Ritos individuales y comunes, tal vez lo que me hace unirme a ellos es lo poco que coincidimos, aunque claro, estamos tan de acuerdo en lo esencial, que lo otro, lo que no compartimos no es más que abanico de color provocado por el gusto… Además, la Cuaresma siempre es un “volver a casa”, volver al barrio que no es el mío, ni tan siquiera es barrio… Volver a sentir todo más cerca, reafirmarme en lo que pienso, lo que creo, a mi manera claro…
Hubo nuevos compañeros con los que compartir el tiempo de la espera que no se para a esperar, hubo muchas noches en el Garlochí, y mucho, mucho incienso… Zapatos nuevos para el Martes Santo y miles de preparativos lentos y callados.
No dejaban de ensayar las bandas, y la tradición de San Bernardo se reafirmaba en la columna que invisible tiene marcado el tramo y nuestros nombres.
Y con los típicos dimes y diretes, noticias de todo tipo, llegaron los atriles, y los atriles pasaron… Perdón por no detenerme en ello pero ¿hay pregón más bello que el cartel de Capirotes de la calle San Esteban? Para mí no… Y ese naranjo… a menudo lo recuerdo, en una noche de lluvia, ya de retirada, mojado y frío amenazaba su azahar con perfumar Levíes y alrededores; admiré su estoicidad pero en aquellos días me parecía imposible que pudiera producirse el milagro del aroma sevillano por excelencia… No hay verso, ni prosa poética capaz de igualar esa estampa de Febrero; a menudo lo recuerdo… ¡debe estar cuajado ahora!
Y el cambio del barrio, en el que sí vivo… En tiempos este era el lugar menos cofrade de Sevilla… Los niños miraban extrañados a los nazarenos celeste y crema que salían del portal, y nada en estas calles parecía alterarse durante esta semana. Sin embargo, desde hace tiempo la tónica cambió. Desde Septiembre al anochecer resuenan marchas a lo lejos, mejores o peores, pero me encantaba bajarme del autobús a pie de ensayo… Y el incienso ya hasta se desliza por los portales, también lo pone el que vende los periódicos y de las ventanas se escapan sones de filarmónicas, agrupaciones… Es agradable ver como todo el mundo se prepara, como el viento pega fuerte en los cristales mientras escribo y a lo lejos, junto al polideportivo no cesan los tambores…

Ha sido dulce, celérico y acompasado, algo raro, diferente, como cada año… Agradezco a todos los que han compartido algún ratito de estos cuarenta días conmigo, agradezco que el azahar llegara aunque fuera tarde, pido a la lluvia que descargue ahora y no la semana que viene, y espero que todos pasemos una buena semana. Deseo una buena Estación de Penitencia para Ramsés y Sergio en la Madrugá, para el Andréu y Leticia que hacen doblete, cada uno a su manera, para Esther que lleva esperando el Lunes Santo desde hace un Lunes Santo, para Diego, que se ha propuesto batir su record cofrade de tres hermandades, para Luís y Rafael que son compañeros de día en diferentes hermandades igual que Julio… Pero todo el mundo hace estación a su manera, Víctor con su uniforme azul del Sol, Antonio como padre que enseña a las nuevas generaciones todo esto, para que luego elijan y se queden con lo que quieran, y de una forma u otra espero que todos encontremos en esta semana lo que buscamos.

jueves, 4 de marzo de 2010

Carta abierta a un pintor


Las citas o frases retóricas y manidas, en lo referente a la vida o el tiempo vivido siempre aluden al hecho de que vamos acumulando experiencias, vivencias, cosas buenas y malas que conforman lo que para mí es la verdadera edad. Luego está la cronología, la que marca el DNI y a efectos legales es válida. A efectos legales, tú has completado el cuarto de siglo como hacen y harán a lo largo de este año todos los procedentes de la bendita cosecha del 85, servidora incluida.
Puede que en los últimos meses vivieras más que en años anteriores, o puede que no, tal vez yo no te conozca tanto, tal vez yo no sea tan inteligente como a veces parece… Pero si estoy segura de que para bien o para mal, estos meses te han servido. La vida tiene extraños mecanismos para hacer que nos replanteemos las cosas, todo aquello en lo que creemos, nuestra relación con los demás y con nosotros mismos. Por eso mismo nunca se para de crecer, de aprender… Mira estos veinticinco años, analízalos y ríete de todo cuando tengas cincuenta porque en algunas cosas te costará reconocerte. Evolucionarás igual que tu pintura, esa que pasa anodina entre viajeros de TUSAM todos los días, ignorantes, la gran mayoría de ellos, de la alegría que sentimos los que te conocemos al ver pasar fugazmente tu arte.
Hace mucho ya que no creo en la casualidad, creo en lo inevitable, todo pasa por algo, para algo… De igual forma que mi madre quiso que entrara en el Colegio Alemán, y al final no fue así, impidiendo que nos conociéramos entonces, seguramente estaba escrito que tendríamos que encontrarnos en la vida, y ocurrió por otros derroteros…¿casualidad? Para nada… Sinceramente es una pena, me encantaría haber aprendido alemán, pero al fin y al cabo esta tontada es para que siempre tengas presente eso, cada vez que te ocurra algo, bueno, malo o regular recuerda que es “por algo, para algo”, si eso consigue ayudarte alguna vez, me podré alegrar de que no todo lo que te aporté en lo que llevas vivido fuese la adicción al té de canela, el buen vino o el orujo gallego…

En fin, empecé esta epístola pública con poca idea de lo que iba a decirte, y ahora veo que he seguido escribiendo con esa misma idea… Por otra parte ¿qué te iba a decir? Ya sabes lo que dicen; quien no tiene talento enseña, y no quiero convertirme en eso.
Puede que si sea la felicitación más rara que te hagan llegar, me conformo con ese privilegio… Una lástima que la alerta de Google no te notifique que tu amiga la rara te dedicó un desvarío, y sólo se de cuenta de que utilicé tu nombre…

Sea como fuere, aprende, lucha, equivócate, acierta, cuida a tus amigos, no escuches a nadie, pide consejo, inventa, crea, grita cuando no puedas más, mezcla colores tú que puedes, escapa de la mediocridad, usa baños sin puertas, ríete de tu sombra y llora cuando te lo pida el cuerpo… todo eso, que no es poco, en este año que estrenas, y sobre todo, se tú en cada momento porque nunca más volverás a tener veinticinco años.

Muchas felicidades Daniel



Imagen:Daniel Franca
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