Querida Lucía:
Sé por tu padre que ya el año pasado empezaste a pedir cera, y vaya mundo es ese…
¿Sabes? Yo también tuve una bola, una que empecé un Viernes Santo con el papel de plata de un sándwich que merendé… A tu padre le gustó aquella historia, porque ahora que no nos lee nadie te contaré un secreto, a los mayores nos da pena no tener bola de cera. Yo, cuando veo a algún niño sacar la suya y como un nazareno le ayuda a hacerla grande, de verdad que me da envidia no tener la mía…
Espero que tengas mucha suerte en esta semana, y tu bola crezca mucho, mucho. Hazle caso siempre a tu papá, si te dice que no es buen momento para pedir cera será por algo, y tranquila, hay muchos nazarenos y muchos días para seguir pidiendo. Los que van vestidos de negro no son malos, pero son de hermandades en las que no les dejan dar cera, no te enfades con ellos… Intenta conseguir cera de los nazarenos que tienen cirios de colores, es muy bonito como queda en la bola… No intentes darle en casa con las velas de cumpleaños, la cera rosa es muy cursi y se cae, es de mala calidad. No le tengas miedo a la cera, está muy caliente pero no quema, no te hará daño, aunque siempre hay que tener cuidado; además, sé que tu padre te ayuda, no dejará que ocurran lamentables accidentes. Con el tiempo verás que es hasta divertido quitarse la cera seca de las manos, o al menos a mí me gustaba hacerlo. No pierdas la bola, es un rollo tener que empezar una cada año. Yo solía mirar la mía durante el resto del año, para ver que no la había perdido…
En fin, que ya no te entretengo más, que te tendrás que ir ya. Espero que tú y tu bola paséis una buena semana, y recuerda que dentro de poco tendrás que ayudar a Martín con la suya.
Un beso muy grande
Mercedes