martes, 29 de julio de 2008

Problemas de geografía personal


Las noches de verano no son siempre sueños como el de Shackespeare; siendo realista, y por desgracia, no todas las noches puedes adentrarte en el bosque al encuentro con Titania… Por eso, entre unos y otros buscamos alternativas, y así, pasada la media noche estás tomando un té con una antología poética de Luís García Montero sacada de la biblioteca. A la luz de una vela, esa amiga que comparte conmigo tantas cosas, empezando por las iniciales, me regaló un poema, con la voz prestada de Jesús (Coko) diciéndome que me iba a gustar, porque a ella le recordó a mi. Cuando escuché el primer verso estallé en una carcajada, cierto y certero, como una estocada. Era un verso viejo en un poema nuevo para mí; verso viejo porque ella pensó que dibujaba un tiempo pasado, en el que yo tropezaba en cada despedida y casi en cualquier nuevo saludo; poema nuevo porque no lo conocía. Lo mejor es que aunque todo ese pasado, ya ha pasado, perdón por el pleonasmo, sigo teniendo cierto problema con el tema de las despedidas, como alguna vez he contado… Y tal vez Luís García Montero es igual que yo, o yo igual que él, o él y yo somos igual que muchos, que encuentran en versos refugio de alguna carencia, como el frío de las palabras que te quedan dentro, con la torpe inexistencia de los malentendidos, y con todo ese cúmulo de cosas que como dice el título, serán geografía personal.
En la poesía de mis cajones se encuentran poemas de todo tipo, la de hoy sería poesía regalada, que yo a mi vez le devuelvo a ella, dedicándosela por haber sacado aquel libro de la biblioteca, por el poema y por esas noches de verano en las que no encontramos a Titania.

PROBLEMAS DE GEOGRAFÍA PERSONAL

Nunca sé despedirme de tí, siempre me quedo

con el frío de alguna palabra que no he dicho,

con un malentendido que temer,

ese hueco de torpe inexistencia

que a veces, gota a gota, se convierte

en desesperación.


Nunca se despedirme de tí, porque no soy

el viajero que cruza por la gente,

el que va de aeropuerto en aeropuerto

o el que mira los coches, en dirección contraria,

corriendo a la ciudad

en la que acabas de quedarte.


Nunca sé despedirme, porque soy

un ciego que tantea por el túnel

de tu mano y tus labios cuando dicen adiós,

un ciego que tropieza con los malentendidos

y con esas palabras

que no saben pronunciar.


Extrañado de amor,

nunca puedo alejarme de todo lo que eres.

En un hueco de torpe inexistencia,

me voy de mí

camino a la nada.

Luís García Montero
Imagen: A Despedida -Lucemar de Sousa-

jueves, 24 de julio de 2008

La vida es una tómbola



Pues si, el título hace referencia a la canción y a la película, porque yo, como muchas niñas, veía películas de Marisol, y ¿por qué no? Me gustaban, las veía una y mil veces en ese video VHS que aprendí a manejar con tres años porque no quería dormir la siesta…
Ella se parecía a Marisol, rubia, con su trenza y los ojos claros, y aquella forma de cantar. Desde pequeña ya destacaba entre las demás niñas, cosa que no era fácil en aquel colegio. En el monocromatismo del uniforme y el babi, ella ya era diferente porque en contraste con el resto, que usábamos lazos o diademas (blancos en verano, azul marino en invierno) ella llevaba un coletero de flores. Y es que cualquiera que no la conociera podría encajarla en lo que se considera “una cani”, pero yo nunca la he visto así. En su caso no era un estilismo de tribu urbana, pandilla de barrio o seguir algún tipo de moda; a ella le nacía de dentro, como de Audrey Hepburn nacía esa elegancia natural. Y al igual que Pepa Flores en Tómbola, la recuerdo cantando en el autobús del colegio, camino de la calle Dueñas, en todas las fiestas, en cualquier ratillo que la dejaran… Ya desde pequeña tenía una voz maravillosa, alejada de lo esperable de una niña del Espíritu Santo, y es que a pesar de que no soltábamos El Cantoral Litúrgico Nacional (aún conservo el mío) por sus venas corría el flamenco. Desde luego se aplicaba más a este que a las clases, que no iban tanto con ella. Imagino que sus padres querían para ella mil cosas buenas, y por eso iba a ese colegio, dónde a menudo estaba castigada, por indisciplina, por no ser tan aplicada como el resto… y a pesar de eso, tenía el cariño de muchas profesoras. Pero siempre se ha dicho, la cabra tira al monte, y ella pronto empezó a aplicarse esa máxima que queda bien en las canciones de Sabina, y que tan dura puede resultar en la realidad, y para ella las malas compañías eran las mejores. Así empezó a fumar, tiñó su pelo de negro azabache, borrando su imagen de Marisol angelical… Recuerdo nuestro asombro ante esos novios que venían a recogerla en moto, con aquellas pintas que escandalizaban a las niñas bien…
Y aquel colegio de monjas de clausura, sólo de niñas, no era algo del nuevo siglo, y al cerrar un grupo nos cambiamos, esta vez tiramos más a San Marcos, y en la calle Socorro ella volvió a escandalizar a nuevas monjas, a saltarse todas las reglas, a seguir castigada, a tener los temidos “Partes”, a los días de expulsión… Las malas compañías empezaron a ser las peores, novios que tenían que ir a firmar los días quince, ex novios en la cárcel, amigos que morían por temas de drogas… Pese a todo, a que la adolescencia y nuestros mundos nos alejaban, yo la conocía desde los cuatro años, y ella a mí… Puede que la última vez que nos viéramos fuera al acabar cuarto, en la fiesta de graduación, aunque ella no se graduó, pero tenía que venir a cantar aquello de “y en un charquito de agua yo me mojo el pelo, me mojo el pelo… y el mismo charquito de agua me sirve de espejo, me sirve de espejo” en aquella fiesta flamenca que Sor Nieves nos dejó hacer en el patio, para despedirnos de aquella etapa de nuestras vidas… Y ahí nuestra última foto, con el músico más guapo de la Banda del Sol tocando la caja…
De vez en cuando me acordaba de ella, y por cosas de la vida no sabía que pensar, lo mismo andaba mal, lo mismo ya ni andaba… Casualmente hace unas semanas lo comentaba con Bárbara, en esas conversaciones que tenemos en el coche, que pueden llegar a cualquier lado, y ella pensaba igual que yo.
Por eso aún me da vueltas lo que pasó el martes en Carrefour. Me llamó, y yo no lo podía creer. Al acercarme hice alguna pregunta que no recuerdo, tipo “¿Qué es de tu vida?” No la recuerdo porque estaba mas pendiente de la respuesta, que según una corazonada, tenía que ver con lo que andaba correteando a su alrededor. La cogió en brazos, era rubia, como ella lo había sido; se parecía tanto a ella, y eso que sólo tenía dos años. La niña escondía la cara tímidamente y ella mientras sonreía le decía “Mira, es una amiga de mamá, de cuando iba al cole” Una amiga de mamá, esa era yo, porque ella ya no era Marisol, y ahora era “Mamá”. Me alegré mucho por ella, de corazón que lo hice, había pensado tantas veces que sería de su vida que lo que ví me pareció fantástico; y es que lo cantaban en esa película que yo veía las tardes de no siesta, la vida es una tómbola…

lunes, 21 de julio de 2008

Por Málaga


Ya lo dije, seguro que nos pasaba de todo. Para empezar, íbamos con el tiempo para comprar los billetes, en un tren regional, baratito… Pues nada, mucha gente había pensado lo mismo que nosotras, así que no había plazas. Podíamos quedarnos esperando y coger uno que saldría en dos o tres horas, o irnos en un Avant, que es una lanzadera parecida al AVE, mas rápida y mas cara. Pues en esta nos fuimos, pero cosas de la vida, el viaje que parecía más confortable no lo fue. Resultó que el aire acondicionado del tren super moderno no funcionaba, y contando con la gran concentración humana que allí había y que no se puede abrir ni una ventana en un tren, decir que el ambiente estaba cargado es dar una pincelada. Además, el tren comenzó a pararse, porque si; nadie nos daba una explicación y la falta de oxígeno hacia que la gente se pusiera en tensión. Yo intentaba mantener la calma y trasmitirla… Llegamos a la estación de Córdoba (ir de Sevilla a Málaga pasando por Córdoba es otra modernez) la luz del tren se fue. Ya era completo, con calor, a oscuras… La gente que subió no nos animó en nada, ya que se quejaban del retraso y del calor, como hacíamos los que estábamos dentro, con la diferencia de que nosotros llevábamos una hora padeciendo. Al menos la luz volvió para que la gente pudiera quejarse viéndose las caras los unos a los otros. Para aplacar los ánimos nos fuimos a la cafetería, y cuando la chica me dijo que no quedaba agua, ahí casi me vengo abajo. Pero bueno, con un café empezamos a pensar que tal vez podríamos reclamar. Haciendo cábalas llegaríamos con 20 minutos de retraso, lo que nos daría derecho al 50% del billete. Era una pena porque con media hora nos lo devolvían íntegro. Amotinarnos era otra opción, pero de vez en cuando el aire acondicionado funcionaba, así en modo intermitente, lo cual mantenía la esperanza de llegar con vida. Finalmente, aquella tortura acabó. Era curiosa esa riada de pasajeros, todos en manada, camino de Atención al cliente. Y ahí llegó la sorpresa. Pensé que sería otra lucha reclamar, y conseguir nuestros derechos como viajeras, clientes, ciudadanas y todas esas cosas que una alega cuando se queja… Nada de nada. Una mujer muy amable cogió nuestros billetes y nos puso un sellito. Sin pedirlo nos devolvían el 100% del importe, por demora y por lo del aire… Con esta alegría porque los ferrocarriles españoles aún no atropellan a sus maltrechos pasajeros, casi no nos pesó esperar unos cuarenta números para recuperar nuestro dinero y sacar la vuelta.
Después todo ha sido bastante mejor, como la playa de La Farola, donde ese Mediterráneo fiero casi me lleva a Valencia de una ola, nuestro tremendo dominio de los transportes malagueños (línea 14, en nuestros corazones siempre), las noches en el Sabora, la gente, Rocío, que digo yo que será mi nueva lectora, y claro, mención especial a ese camarero argentino que me preparaba destornilladores con zumo natural. Es casi un motivo para volver eso de que si no quedan irá a Paraguay a buscar naranjas…
El domingo, la calle Larios, más sola que de costumbre por el día y la hora, nos condujo al Museo Picasso. Yo iba con una cierta idea ya de lo que me iba a encontrar, cuando consiguiéramos encontrar el Museo. Al entrar, un hombre muy amable nos pidió que pasáramos por el control, donde me escanearon el bolso. Al pasarlo, aquel caballero se giró y me dijo:
- Señorita, por la seguridad del mundo occidental debo pedirle que esa bomba que hemos detectado… - Bueno, venga, lo cuento bien… ¡pero esta versión era divertida! Nada, me pidieron que dejara allí mi cámara de fotos. Entrando en materia, sobre el Museo podría decir aquello tan manido de que sobre gustos no hay nada escrito. No hay frase mas falsa que esta, sobre gustos hay mucho escrito, ríos de tinta derramados al respecto; luego cada uno elige con lo que se queda claro. Debo admitir que cuestiones como la iluminación, o protectores en puertas y ventanas evitando el indeseable reflejo en los cuadros, están bastante atendidos; y nunca olvidemos que Picasso es Picasso. Dicho esto, este museo es relativamente reciente, y es el último que sobre este pintor se ha creado, así que en cuanto a obras es muy inferior a otros. Hay muchos dibujos y bocetos, algunas litografías, piezas de escultura y una colección de fotos bastante curiosa, el edificio y los jardines son preciosos, y aunque las pinturas son las menos, a mi me gustaron; pero la verdad es que sabe a poco… De todas formas yo en estos casos siempre recomiendo que la gente visite estos sitios y así se pueden hacer una opinión mas cercana que la mía, que al fin y al cabo solo es eso, la mía.



Esta mañana regresé en el regional, más barato, más lento, y con el aire desacondicionador a todo trapo.

viernes, 18 de julio de 2008

Escapada a Málaga


Viaje relámpago; esta vez me voy al Mediterráneo, pero no os pongáis a saltar que vais a descansar poco de mi; el lunes por la tarde ya estaré de vuelta. Mi visita a Málaga es algo fugaz, lo justo para no perder el moreno y para mantener un pequeño encuentro con Pablo Picasso (Dani, me llevo tus premisas en la maleta, que como artista que eres, tienen su hueco). En esta ocasión me voy sin portátil, así que el caos se queda solito, cuando vuelva me pondré al día con vuestros tejados y con el mío. Mientras echadle un ojito a esto para que la fuerza entrópica no lo desmadre todo demasiado.
Esta vez me voy con Muffin, y como siempre, seguro que nos pasa de todo, aunque después de nuestras correrías italianas, ir a Málaga se asemeja mucho a ir a la esquina de la calle, solo que vamos en tren. Y éste me espera.

martes, 15 de julio de 2008

Y eres como un pretexto


Una vez escuché decir que Félix Grande era un poeta inteligente; es un halago algo raro para un poeta, o eso me pareció a mí, pero la verdad es que quien tiene esa destreza para dibujar sentimientos, debe ser bastante inteligente, si.
Todos tenemos pequeñas leyendas atrás, que componen esas músicas muertas, que él dice que son la vida; personalmente añadiría las músicas vivas, para no perder de vista al presente, quizás las oiga, porque tal vez sean ciertas, como las tristezas necesarias que la vida nos permite. Mi reflexión es torpe, o incomprensible para quien esté fuera de mi cabeza, será que como dice el poema, este mismo en si es un pretexto para meditar. Con este soneto he meditado hasta en sueños (no es una metáfora, soñé con el poema), así que os lo dejo, esperando que al menos os guste la mitad que a mí.


Y ERES COMO UN PRETEXTO

Y eres como un pretexto para que yo medite

y yo soy un pretexto de pena que te infieres,

y en medio esa tristeza de hombres y de mujeres

que es casi todo cuanto la vida nos permite;


pero tú y yo sabemos que cuando el mar se irrite,

de toda esta comedia poblada de alfileres

quedará la leyenda pequeña de dos seres

que se amaron, aunque ello jamás nos resucite;


ahora estamos logrando la imperfección, mañana

seremos el perfecto sollozo planetario,

el no ser y el no amar y el no temer, hermana;


vivir es componer una música muerta,

pero llevarle flores, rezarle así, a diario,

quizá equivalga a oírla, como si fuera cierta.


Félix Grande

Imágen: "Music Notes" Susan Osborne

sábado, 12 de julio de 2008

Películas que nos hicieron llorar

“A mi me sigue gustando Dumbo, al fin y al cabo es la única película que me ha hecho llorar.” Dijo esto tan tranquilo y yo me lo quedé mirando; con su cerca de metro noventa y sus trazas de rapero, acariciando la llegada de su mayoría de edad, a mi hermano solo le ha hecho llorar ese elefantito de grandes orejas. Rápidamente quise hacer un repaso cinematográfico sobre películas de llorar, a grandes rasgos al menos. A mi mente llegó aquella tarde de cine con mi madre , aquel tanque… La vida es bella me hizo llorar mucho; ese momento cuando el niño piensa que consiguieron el premio, que ganaron el concurso…
Por otra parte, casi sería incontable el número de veces que lloré con el final de Lo que el viento se llevó. Será esa mezcla de la equivocación de Escarlata a través de los años, el miedo a la equivocación propia, o yo que sé… Esa frase demoledora cuando Escarlata le dice que ella solo sabe que lo quiere, a lo que Butler responde: Esa es tu desgracia. Incontables decía, aunque para destacar, aún me recuerdo en aquella casa de Las Alpujarras viendo la película en una tele pequeña, llorando por la escena y porque aquella maldita chimenea no tiraba bien y el humo me estaba asfixiando…
Y en la adolescencia, que es esa etapa cruel, no porque sea dura en si, que también, sino porque al mirarte desde lejos hace que te muerdas el labio, y casi me cuesta reconocer lo que lloré con Titanic las numerosas veces que la vi en el cine.
Hace bastante que no lloro con una película, tanto que no logro recordar cuando fue la última vez que lo hice; pero si recuerdo cuando fue la primera vez que no lo hice. Ramón Sampedro estaba diciendo sus últimas palabras, y en aquella sala de Nervión Plaza el aire cortaba el silencio. Miré a mi derecha, mi amiga Muffin lloraba como la Magdalena que es… Miré a mi izquierda, la chica que estaba a mi lado también, y su novio, y todos los de mi fila, y los de la fila de delante, y los de la fila de detrás… Creo que puedo afirmar que yo era la única persona en esa sala que no lloraba…
Me parece que habré llorado más veces de las que he comentado aquí, pero no las consigo recordar; sea como fuere, esto de llorar o de no llorar imagino que formará parte de la magia del cine.

martes, 8 de julio de 2008

Me río del chuloputas



Antes de nada, me veo casi en la obligación de decir que esta entrada está dedicada especialmente a Paços de Audiência; porque él ha defendido mil veces esta teoría.

Dejándome querer por el Sol, a la orilla del Atlántico, custodiada por el Faro Trafalgar y el Parque de la Breña, en la bolsa de playa de mi madre apareció un suplemento dominical que estaba allí desde el verano pasado. En él había un artículo de Lucía Etxebarría, de título cuanto menos llamativo. Siendo sincera, esta mujer no era santo de mi devoción, mas que nada porque desconfío de las etiquetas, incluso de quien se pone la de feminista, pero la verdad es que cada vez que leo un artículo de esta mujer resulta de una coherencia tan fabulosa que poco a poco la voy dejando entrar. Este artículo en cuestión tenía cerca de un año, pero hay cuestiones que son anacrónicas así que aquí lo expongo.


El chuloputas simpático


Recientemente hice una encuesta en mi blog con la siguiente pregunta dirigida a mujeres heterosexuales: ¿qué es lo que más te atrae en un hombre? Me sorprendió un rasgo recurrente que se repitió en una gran mayoría de las respuestas: “un puntito canalla”, decían. Pues sí, a las mujeres nos gustan los canallas. Muy probablemente porque según Freud todas buscamos inconscientemente a nuestro padre, y en esta sociedad machista la mayoría hemos vivido en unos hogares en los que nuestro padre casi no se ocupaba de nosotras. De ahí, me temo, el éxito fulminante de una tipología lamentablemente muy extendida y que los lectores, y sobre todo las lectoras, reconocerán inmediatamente: el chuloputas simpático.
En Cosmofobia, el chuloputas simpático se llama David y es muy guapo, como lo suelen ser estos tipos. Aunque el atractivo no es imprescindible: muchos compensan su carencia con mucha labia. El chuloputas suele haber sido hijo único o el único hijo varón. En otros casos, ha sido el hijo varón mas guapo en contraste con otro hermano muy feo pero muy estudioso. Su madre ha vivido fervientemente dedicada él, quizás porque el chico se parecía a su padre, otro chuloputas simpático que no paraba por casa, y como la señora no podía tener amarrado al original, se volcó en la copia con devoción de conversa.
Con una mamá que le hacía la cama, le preparaba el desayuno, le recogía la ropa que dejaba desparramada por la casa, le vaciaba los ceniceros y le esperaba hasta las tantas porque ” no podía dormir tranquila hasta que no estuviera segura de el chico había llegado sano y salvo a casa, que no se sabe lo que hay por ahí”, no es extraño que el chuloputas, de mayor, desarollara un esquema clásico: de un lado su novia oficial, que por supuesto hace su cama, le recoge la ropa y le espera abnegada en el hogar sin querer enterarse de lo que de verdad sucede en las salidas de su novio, y del otro sus innumerables conquistas, a las que el niñato, por supuesto, no piensa renunciar, porque el es de ésos que viajan bar adentro y se quedan con una novia en cada puerto Más nunca sopla viento favorable para el marino que no sabe en qué puerto fondear, y por eso al niñato casi le da un pasmo el día en que se entera de que la oficial y legítima también le ha sido infiel.
Y es que engañarse es humano, pero es de imbéciles persistir en el error, de ahí que alguna vez la novia-mamá (es el caso de Diana en Cosmofobia) le pague al niñato con la misma moneda, no tanto porque ha descubierto el engaño de su amor (que en el fondo ya conocía) como porque se ha desengañado de él. Entre los chuloputas clásicos están los músicos roquistas, porque las giras dan para mucho, como sabrá cualquiera que se sepa las letras de Sabina (cuyo éxito entre varones y hembras demuestra mi teorÍa de que el chuloputas simpático nunca pasa de moda).
También son ocupaciones propensas al chuloputismo las de encargado de bar, fotógrafo de moda, escritor o poetastro , y demás profesiones en las que se viaja mucho y en las que es fácil conocer ingenuas que le admiren a uno por su supuesta creatividad. La frase de Campoamor tantas veces citada, y tan acertada, cierra cual llave de oro este artículo: No engaña a las mujeres ningún hombre, por regla general, se engañan ellas. O como dicen los marroquíes: La primera vez que tú me engañes, la culpa es tuya; pero la segunda vez la culpa es mía.

Dicho esto, que se puede hacer mas alto, pero no mas claro, servidora no niega este arquetipo masculino, de exitosa trayectoria a través de los años. Existe, te lo cruzas, y si, tiene su punto, no lo niego. Pero no le doy totalmente la razón a su Señoría, ni a Lucía Etxebarría, aunque intuyo que la segunda está mas cerca de mi postura. Este tipejo es gracioso al principio, pero ¿y después? Una vez visto lo visto, la gracia se va, porque como nos decía sabiamente Sor Trini en el colegio, lo poco agrada y lo mucho enfada. Lo mejor de todo, es que una vez enfadada por el exceso de crapulismo y egocentrismo que rodea a este especimen, una ya está cuasi preparada para distinguirlo entre la masa, apartarlo, separarlo y tomarlo como lo que es: un chaval que no es tan interesante como arrogante, con el que te puedes reír un rato de sus chistes y luego pajarito vuela vuela que aquí para crápulas tenemos a Sabina y con eso estamos servidas. Por eso entiendo que muchas respondieran así a la encuesta que la escritora hizo en su blog, pero luego, el día a día, es otra cosa.

sábado, 5 de julio de 2008

Premio Unidad


Pues bueno, otro premio llega a este tejado, esta vez desde Córdoba, de la mano de una blogera reciente, Gema L. desde su rincón Somos solo personas. Se lo agradezco aunque siempre que recibo algo así se me queda una cara tan absurda como la de cuando me cantan cumpleaños feliz, no lo puedo evitar. En esta ocasión se trata del premio Unidad, aunque si soy sincera no tengo claro del todo que se premia, ya que no lo especifica. Y con ese nombre, Unidad, da que pensar ¿unión? ¿de qué? ¿de quién? Bueno, al fin y al cabo casi todos los rincones que yo visito son un punto de unión entre personas, más parecidas o más diferentes, que al final se unen con un lenguaje que va mas allá de los ceros y los unos… por algo será… Ahora yo debo repartírselo a siete blogs más, y teniendo en cuenta la limitación, los amigos que ya andan de vacaciones y demás, mis premiados son:

Luz de gas; su blog es un gran sitio de unión, se puede ver en las visitas, los comentarios, y todo lo que se reúne entorno a alguien tan genial como Juan.

A Ainoha, que reúne a personas que paseamos por un mismo rinconcito sevillano, el Callejón del Agua.

Miguel Andréu, que nos aúna y une entorno a una mesa de camilla para ver y oír.

Du Guesclin de Sevillanadas, que tanto nos enseña y aporta, punto de unión indispensable para todo aquél que tenga perspectiva histórica y crítica de la ciudad.

Antonio y el Callejón de los Negros, punto de unión de lo divino y lo humano, costumbrismo desacostumbrado en adoquines.

A Zapateiro, que consigue que todos nos unamos ante la esperanza de que algún día lloverán croquetas…

Al Aguador de Sevilla, que no se moja, no lo va a repartir, pero tiene a tantos unidos por el vínculo de un cántaro que no se lo puedo negar. Por cierto, paradójico que un Aguaó no se moje…

Bueno, hay muchos más a los que me gustaría entregárselo, pero confío que les llegará por otro lado, que es lo bueno que tienen estas cosas.
Como siempre en estos solemnes actos, se servirá un pequeño cóctel a cargo de la distinguida Tasca de Moe de Triana, así que ya saben, no es necesaria etiqueta.

martes, 1 de julio de 2008

El día que nací yo


En su último y fantástico disco, el Cigala canta esta canción, la que titula la entrada, y continúa con aquello de: ¿qué planeta reinaría? Pero como la bruja postmoderna de cabecera me hizo una carta astral, pues esa parte anda cubierta.

Corría el año 1985, España había cogido impulso y carrera a la “modernización” y a Europa, que estaba dejando de ser una denominación meramente geográfica; OTAN si, bases ¿dentro? Moría Orson Welles, Gorbachov llegó a la presidencia, Sabina lanzó Juez y parte, mientras Serrat lo hacía con El Sur también existe; por primera vez se permitía el ingreso de mujeres en la Policía y Woody Allen estrenaba La rosa púrpura de El Cairo.
El mes de Junio había sido caluroso, y estaba casi extinguido ya. Ese último día del mes, una mujer leía en su cama los suplementos de aquel domingo. Luego, con los años, esa imagen es de las que más he visto, esa mujer leyendo en su cama. No durmió, entre la lectura y las contracciones, tuvo una noche ocupada. Llevaba unos dieciocho días fuera de cuentas, así que andaba algo desesperada; pero muchas mujeres se lo habían dicho ya: Parirás cuando llegue la Luna llena. Sin ser creyente férrea de estas cosas me hace gracia esa afirmación, que se cumplió, coincidiendo además en que el día fue un Lunes (luna) y bajo el signo de Cáncer, regido por este astro. La personalidad lunática de la abajo firmante podría tener esa justificación en cierto modo. Llegaron los primeros rayos y llegó la hora de la verdad, el camino al hospital… Antes de partir, había una misión que cumplir para esa mujer; tirar la basura. Se justifica alegando que aquella noche cenaron pescado, y claro… En fin, también creo que esto justificaría la relación que luego yo he tenido con la basura, pero eso es otra historia.
El dolor es una cuestión muy subjetiva, y lo que para algunos es un dolor mortal para otros es algo muy soportable. Esta cuestión se agrava si eres primeriza y nunca has sentido un dolor similar. Por eso cuando llegó una enfermera se escandalizó: ¿Qué hace esta mujer aquí? ¡La cabeza está saliendo! Faltó poco para que naciera en un pasillo, por eso siempre he comprendido al gran Gila con aquello de que había nacido solo; yo casi lo hago. Pesé unos tres kilos y medio, con una altura de 50 centímetros. Hasta ese momento mis padres no sabían que yo era una niña, nunca di la cara en las ecografías, cosas del pudor, o de querer hacerme la interesante, quien sabe. Y bueno, el resto ya es algo mas conocido, después de arduos meses en los que los padres realizan listas de nombres, a mí me pusieron el de mi madre, muy meditado todo. Ese uno de Julio comenzaron nuevamente las Rebajas, y como en aquel chiste de Mafalda, mi madre y yo nos graduamos el mismo día, yo fui hija, y la hice a ella madre.
No me gusta cumplir años, la cronología no va conmigo. El aprendizaje, las experiencias, lo vivido, eso es lo que conforma una edad, una cuestión que no es tan cuantitativa como pone en mi DNI. pero bueno, cosas del sistema, así que hasta aquí hemos llegado de momento, 23; mayor para algunas cosas y joven para otras tantas.
Por lo demás, el resto está por venir, ya que el ser humano tiene estas cosas, o la cultura las tiene, y por lo visto hay que celebrar todo esto. Me gusta la tarta que ha hecho mi madre, y odio la cara de imbécil que se me pone cuando la gente canta el “Cumpleaños feliz” ¿nadie se ha dado cuenta de que es una canción muy absurda? Pero bueno, se soporta, por suerte, sólo es un día al año.
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