martes, 13 de septiembre de 2011

Y a estas alturas, un poco sinestésica








No sé si algunos tendrán paciencia o tiempo para ver los vídeos, o si alguno vio en su día el programa, pero lo quería colgar porque creo que explica mejor de lo que lo haría yo esta entrada.


Sé que desde pequeña me ocurre esto, incluso me atrevería a decir que en aquél tiempo me ocurría con más intensidad, imagino que una mente infantil está más dispuesta a dejarse llevar. Muchas veces lo comenté, y además de conseguir algunas risas, pensando que era otra ocurrencia de las mías, nadie parecía compartir esa rara sensación de colores que acompañaba a las palabras en mi mente, sobre todo a los números y los nombres propios; algo que resultó deberse a mi cerebro sinestésico. Por lo que he visto en el vídeo, lo mío no tiene tanto alcance como en otras personas, pero sí que encuentro muchas características de las que se describen en mí misma.

Realmente todos poseemos esa capacidad de asociación, todo el mundo podría decir si un número es de tal o cual color, la textura que se asocia a determinados olores, la forma de una melodía, etc. Pero la espontaneidad, el que surja, que no lo tengas que pensar para que tu cerebro se llene de colores con determinadas cosas, como me pasa a mí, es lo que lo hace ser sinestésia. Y no sólo colores, gustos, olores, formas táctiles… yo no llego a tanto la verdad, aunque no me quejo, la sinestesia generalmente, si es muy fuerte, si entrelaza demasiados sentidos puede provocar algunas descoordinaciones, y eso ya es lo que me faltaba…

Muchos artistas han sido sinestésicos, modestamente no aspiro a esa grandeza, pero sí es cierto que el entender ahora porqué para mí el cuatro siempre ha sido azul, la palabra escalera marrón, o mi propio nombre, Mercedes, es blanco, me hace como más confiada, como si al fin descubriera que no era alguna neura de las mías y todo correspondiera al fin a una explicación basada en las neuronas espejo. Lo de los colores asociados a veces trae algún problema menor. Si dos nombres propios o apellidos poseen el mismo color es probable que los confunda, como me ocurre con Jorge y Sergio, ambos color sepia… Si es una cifra, peor… Aunque con los años intento prestar atención para que esto no me pase… Redondeando la paranoia, la diferencia la establece el matiz del color. Jorge es un tono más oscuro que el color sepia de Sergio, vamos, una locura en realidad.


Tal vez a muchos os pasa y nunca os parasteis a pensarlo, al fin y al cabo, dicen que uno nunca acaba de conocer a las personas ¿por qué iba a ser diferente con uno mismo?


Y a todo esto, sigo asombrándome de cómo alguien tan erudito como Punset, ha acabado anunciando pan de molde en un spot tan surreal como aquél de José Coronado comentando con tres tías que había en su cocina, así como quien no quiere la cosa, su regularidad a la hora de hacer aguas mayores… Qué mundo este…

viernes, 2 de septiembre de 2011

September




Septiembre es un mes muy raro. En la película ”Tienes un e-mail”, el personaje de Tom Hanks cuenta en uno de sus correos cuanto le gusta la llegada del otoño, y como eso le hace desear comprar cosas para el cole. Yo he deseado en serio una caja de Alpino que mi madre ofreció comprarme en broma… mi ramillete de lápices de colores bien afilados, como los que él prometía en la película. He extrañado comprarme la mochila, y mal que me pese, probarme el uniforme. Llegué a odiar tanto las faldas de tablas que casi me quema escribir que echo de menos no tener que pensar cada día que debo ponerme, aunque la opción fuera el poco favorecedor uniforme…
Septiembre es raro. Recuerdo que la última vez que fui a Roma nuestro viaje acabó el 1 de Septiembre. Ese pequeño cambio hizo que esa ciudad maravillosa y llena de turistas, se transformara aquella mañana en una ciudad llena de trabajadores, padres, madres y niños de uniforme que arrastraban mochilas con ruedas. Aquí el curso no empieza rigurosamente el 1, pero no importa. Es otra cosa, la actitud, el carácter del mes. Es una especie de Año Nuevo, un momento en que todo se reinicia y hay propósitos, retos y todo eso. Apenas comienza Septiembre y yo ya creo que seré incapaz de cumplir mis propósitos, y lo peor es que tampoco me frustra tener ese pensamiento…
Por otra parte, la vuelta al cole pierde su encanto. Me da una pereza increíble volver a la facultad, seguramente porque tengo la sensación de que acabé hace dos días… Eso sí, agradezco a la UPO que aboliera los exámenes de Septiembre. Las recuperaciones fueron en Julio, salvé bastante los muebles y hoy por hoy, sería incapaz de meter la cabeza entre el Condicionamiento Clásico y las características de la Formación no reglada. Pero parece raro un Septiembre sin exámenes, igual que lo es sin uniforme ni mochila nueva para mí; sólo mi maletín gris y seguramente, rutina de vaqueros…
Septiembre es algo cutre. Los kioskos se convierten en unos extraños mercadillos con minerales, libros, coches desmontables, huertos, abanicos, rosarios, lienzos, pinceles, barcos de guerra, cursos de inglés…
Septiembre es muy, muy raro. En Sevilla el verano se alarga estrepitosamente, incluso creo que es el cambio climático, o la nostalgia, o los dos a la vez, porque recuerdo septiembres fríos cuando era niña. Pero lo dicho, se trata de un mes rarísimo, y desde ayer llueve y truena como si el mundo se acabara… Dicen que la lluvia se marcha en unas horas… porca miseria, con lo que estaba celebrando yo este principio colosal…
Septiembre, pese a ser extraño, es imprescindible. Cuando este mes pase, ya sabré mi horario de clases, sabré con que compañeros continúo, a que profesor odiar…
“September”, según mi amigo Antonio, es la peor película de Woody Allen… Yo creía que ese título lo ostentaba “Celebrity” o “Todas dicen I love you”, pero, maldita sea, no puedo discutírselo, no he visto esa peli…
Septiembre… que mes…
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