sábado, 30 de octubre de 2010

Mañana sale




Muchos lo habrán leído en el blog del Andréu. Lo que muchos no sabrán es que por lo visto la susodicha hermandad de Gloria que juega el numerito de marras, lo hace desde tiempos inmemoriales. Desde que al Rey San Fernando, al cual muchas crónicas tristemente se refieren como Fernando el Bizco, lo mandaba su madre a la calle Sagasta a comprar lotería por estas fechas.
Y sí, se lo pueden creer, o no, salvo lo del Bizco, que juro que es cierto, que me enteré de ello en una conferencia… Y por otra parte, yo que no soy muy de jugar, existen las casualidades, y las tradiciones, y lo de la Lotería de Navidad me puede. Además, últimamente tengo tan mala suerte para otras cosas que casi pienso que algo bueno va a pasarme…
Por otra parte, ¿qué otra excusa iba a tener yo para poner este vídeo fantástico? Porque sí, la imagen es fija, pero el audio es de quitarse el sombrero… Eso debería ser un anuncio y no el del manido “calvo de la lotería” que por cierto ¿nadie ve el parecido del comienzo de la copla con el anuncio mencionado?

Lo dicho, servidora lleva un décimo, porque lo dijo la Piquer, “mañana sale, y está premiao”

martes, 19 de octubre de 2010

Justicia, en el amplio sentido de la palabra


La justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey por jueces y magistrados integrantes del Poder Judicial, independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley.


Este breve extracto del artículo 117-1 de la Constitución española puede resultar algo arcaico, o puede que utópico.
En las primeras clases de derecho me di cuenta que no sé debido a qué, tengo una mentalidad que podríamos catalogar como jurista. El profesor con nombre de director de cine quiso introducirnos en discernir lo que consideramos justo, a lo que es legal. Vi como compañeros se “escandalizaban” ante ejemplos prácticos de justicia o ejecución del derecho, mientras yo lo veía todo dentro de la lógica de esta disciplina. Tal vez me he vuelto cuadriculada, algunos piensan que fría, y en cierto modo imagino que forma parte de esa búsqueda de la objetividad que siempre persigo.
Siempre he defendido que es casi una obligación ciudadana estar informado de lo que a leyes se refiere, pues ya lo decía aquella máxima: “El desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento”. Por otra parte, entiendo que en muchas ocasiones la justicia se aleja demasiado del pueblo, creando un desconocimiento y una distancia que en nada beneficia a la sociedad. En muchas ocasiones todo esto se ve adulterado por la imagen de justicia que nos ofrece la televisión. Circos mediáticos del mundo del colorín o películas americanas en que montan auténticos teatrillos en los juicios contribuyen a que se distorsione todo este mundo.
Volviendo al concepto legal de justicia y no al moral, miro con asombro, y alta dosis de indignación, para que negarlo, la intención del padre que todos conocemos, de modificar la ley, la Constitución e incluso realizar un referéndum. Entiendo que su situación es dura, que la pérdida de un hijo es algo muy complicado de superar. Por otro lado, no son los primeros padres que se ven en esta situación, y por desgracia no van a ser los últimos; el mal existe desde que el mundo es mundo, y no creo que eso vaya a cambiar. Puede que en su situación sea complicado discernir el concepto de justicia. Puede que les cueste mucho pensar que no se puede volver al pasado en cuanto a derechos constitucionales se refiere, recuperando la cadena perpetua, por mal que lo estén pasando. Seguramente han olvidado que en España el sistema penitenciario no es de castigo, sino de reinserción. Sé que algunos ahora me dirán que esto último es inviable; lo siento, a mí no me digan eso. Sé que en ciertos casos la reinserción es casi imposible, en muchos casos por patologías o trastornos del sujeto, pero si yo no creyera en el cambio de ciertos colectivos, si no pensara que esta sociedad puede tener una cara más amable si se proporcionan medios, segundas oportunidades, reeducación y demás instrumentos insertadores, no podría estudiar lo que estudio, y seguramente, no podría reconciliarme con el mundo la más de las veces. Y no voy a entrar en nuestra ligereza al juzgar a gente, comparándonos con ellos, cuando ni de lejos hemos vivido las mismas situaciones, que en la mayoría de casos son las que llevan a la exclusión social por un lado u otro.
La ley del menor no es perfecta, ninguna ley lo es, al igual que ningún sistema de gobierno, o ninguna persona. También debo decir que el gran fallo está en la forma de ejecución de esta ley, en su gran mayoría debido a la falta de centros, personal, y en definitiva instrumentos de ejecución de la misma, y en muchas ocasiones el agujero se encuentra en como la Junta de Andalucía gestiona dichos instrumentos. Pese a todo, y a que personalmente creo que todo esto es mejorable, y que debería mejorarse, servidora no ha estampado su firma en los famosos papeles de petición de modificación. Nunca la ley puede modificarse en base a un caso personal, o al menos yo lo veo así, nunca firmaré nada que a mi entender agriete derechos adquiridos que democráticamente me parecen lícitos.
Imagino que muchos de los que me leen han firmado, lo respeto, hasta ahí podíamos llegar… Imagino que muchos no están de acuerdo con lo que cuento, también lo respeto; pero sólo pido una breve reflexión, si aquél día Marta del Castillo no hubiese quedado con su presunto asesino, si hubiera pasado la tarde en su casa o con una amiga y nada de esto hubiera ocurrido ¿se habrían movilizado sus padres de esta forma? ¿habrían firmado dichos papeles? ¿existirían papeles que firmar?
Por mucho que la Constitución reconozca que la justicia emana del pueblo, esta no debe tener carácter particular, bajo mi punto de vista.

viernes, 8 de octubre de 2010

El cuadro que nunca sabré pintar


El médico se acercó a mi camilla con su bata blanca y un bisturí en la mano. Con él abrió la parte interna de mi dolorida rodilla, la más inflamada. De ella salió una bola del mundo azul brillante, dolorosa y aliviante a la vez, como en un cuadro de mi querida Frida Kahlo. Este ha sido uno de tantos sueños que en esta convalecencia parecen dar una escapada a mi subconsciente, alguna rara expresión para liberar el dolor que ni en brazos de Morfeo me deja.
Algunos lo verían en redes sociales o comentarios en blogs, incluso en mi columna. Lo cierto y verdad es que pese a haberme llevado un sustillo todo podía haber sido mucho más grave. Tal vez se cumple la teoría de que si vas correctamente, a la velocidad debida, con el casco, por más que un coche te dé, por más que no sea tu culpa, no te acaba pasando nada grave. Yo de hecho, a pesar de quejarme de lo doloroso de esta artritis traumática que padece mi rodilla, doy gracias cada día por no haberme roto nada… El susto, el cimbronazo y el dolor de cuerpo de la propia caída, es algo que por suerte pasa en unos días.

Mi madre dice que para mí no es ningún esfuerzo tener que estar tirada en el sofá con la pierna en alto; puede ser, no niego que hay jornadas de vagancia extrema en las que no hago mucho más. Pero estar condenada a esto, ya no porque el médico lo mande, sino porque cada paso duele, es otro cantar. Me he puesto a reparar en cosas muy absurdas, tanto que no sé si esto derivará en algún tipo de trastorno mental. Empecé por acostumbrarme a calcular todas mis necesidades básicas cuando se hace imprescindible levantarse, las reagrupo e intento que no se me olvide nada; es decir, si tengo ganas de ir al baño aprovecho para coger agua, tirar papeles y cosas de estas… Todo en un viaje, porque ahora cada paso es caro. De otra parte, mi madre me ha colocado una bandeja cerca con útiles de primera necesidad, agua, chicles, pañuelos de papel, o una caja de bombones en forma de corazón, cortesía de Andréu y señora, con los que de vez en cuando me endulzo la vida. Esto me hizo pensar que es curioso lo que cada uno considera necesidades básicas, esas que Maslow colocó en lo más bajo de su célebre pirámide. Para colmo, la caja de bombones murió este medio día…
Y de esto derivé en cosas más banales aún, dedicando largo rato a barruntar que sería fantástico que existiese un dulce que solo fuera la parte de arriba de las magdalenas, mi parte favorita. También he reflexionado mucho sobre los últimos estudios que analizan el bostezo como una función empática, basándose en que todos los mamíferos bostezan al ver bostezar a otros, incluso leer y en este caso, escribir sobre el bostezo, fomenta el mismo; vamos, que nadie me diga que no bosteza al leer este trozo porque no soportaría que alguien desmintiera el estudio y tuviera que volver a darle vueltas a todo aquello, con lo empática que soy yo.
En fin, que espero que poco a poco se vaya esta molestia, volver a caminar y a las aglomeraciones del metro. Lo que más pena me da de todo esto es no saber pintar y no poder hacer un cuadro como los de la pintora mexicana con mi rodilla abierta liberándose del peso y calor del mundo…
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