domingo, 16 de junio de 2013

Cuando aún no hay final




Seguramente habréis visto por ahí este vídeo, incluso hace poco salió en los telediarios. A mí me lo pasó una compañera hace unas semanas y por absurdo que parezca, se me saltaron las lágrimas… Y parece absurdo porque no estudio medicina, no conozco a esos chicos, no me gradúo este año, ni siquiera comencé la universidad a los 18. Esto último es lo más paradójico, si me hablara a mí misma a esa edad tal vez me echaría una bronca pero sería comprensiva diciéndome que pasaré años algo perdida, haré cursos y tendré experiencias laborales que poco o nada tendrán que ver con lo que actualmente hago, lo que de verdad me gusta, la profesión que yo no encontré, sino que me encontró a mí. Todo lo anterior, lo que hice y no hice para llegar hasta este punto originaron esta conclusión, por lo que no debo ni puedo arrepentirme de nada. Me he levantado muchas mañanas durante muchos años diciéndome que todo esto servía para algo, TODO, incluso personas nefastas que se cruzaron en mi camino profesional han sido para mí materia de aprendizaje, ejemplo  viviente de cómo no quiero ser, a que extremos no quiero llegar.

Con el plan antiguo si sería posible que me diplomara este año, pero como ahora todos somos Bolonia, la carrera creció en peso y tiempo y casi he aprendido a no quejarme por esto. Tal y como pinta la cosa las ganas de que esto termine tampoco son excesivas, la pelea que será buscarse la vida y lo complicado que será seguir formándose hace que todo sea pelín cuesta arriba…

Pero ahora, que aún ni he acabado por completo este curso, que aún me queda algún examen y más de una nota por saber, me gustaría como pararme aquí, poder pensar en estos años, recordar las lágrimas y carcajadas que la universidad me ha arrancado, los madrugones, las anochecidas, el viento, el frío, la lluvia, el calor, los exámenes en Julio a las tres de la tarde, el laberinto que es el campus, los profesores chalados, los conserjes, las eternas colas para imprimir, los virus de la copistería que se zampaban un curso en medio segundo,  los compañeros que más bien son todo compañeras, los gatos, el Santa Clara y todas las opciones que hay para tomar cerveza en mi templo del saber.

Como decía al principio, nada tiene que ver ese vídeo conmigo, y vaya si me llegó…

Quería pararme aquí porque sé que el curso que viene se me va a pasar volando, es probable que cuando menos lo espere esté haciendo al fin un balance completo de toda esa experiencia universitaria y la incertidumbre del final de los finales, los quebraderos de cabeza por el vestido de graduación, la colegiatura que pretendo sea inminente, y tantas y tantas cosas a las que parece que intento adelantarme pero que se me echarán encima en poco tiempo.

La crisis que atravesamos hace que todo sea una carrera de fondo, una pesada y agotadora travesía de meta lejana de la que tal vez esté aprendiendo también, de la que me lleve el valorar muchas cosas el día, bendito si llega, en que todo esté menos apretado.
Por eso es importante repetirse como un mantra algo que se dice muchas veces en el vídeo; es vital no olvidarse de disfrutar…
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