Ha sido una feria muy fugaz, se me ha pasado volando. Ha sido una feria diferente, como lo suelen ser todas, ha sido divertida, cansada, completa… Todos los años me propongo que esta sea mejor que la anterior, y creo que todos los años lo voy consiguiendo.
Como en las entradas anteriores, me vuelve a quedar esa resaca nostálgica, esa sensación de las cosas que faltaron y las que no; aunque no lo quiero pensar mucho…
Me gustaba pasar cerca de los trajes que aún no habían pasado por la lavadora, ese aroma que desprendían, mezcla de mi perfume, albero, manzanilla. Esa síntesis sensorial me resume la semana de una forma que no sería capaz de expresar con palabras, por más que usara. Es un resumen de días y noches, de risas, bailes, conversaciones más o menos formales, cosas que se dicen y se callan porque en cualquier caso, es mejor así… Y es que esta semana para mí supera con creces la Navidad, es tiempo familiar, de buenos sentimientos y compartir, pese a esa figura tan sevillana como es el “gañotero” y su versión femenina, que también existe evidentemente.
Me ha dado una pereza increíble recoger todos los avíos que tenía desparramados por el salón aunque he tenido que hacerlo, para cerrar este ciclo, para que mi madre no me chille…
Y como en todo, ya sólo queda esperar al año que viene, a pensar en el próximo traje, a esperar a ponerme el nuevo de este año, hoy por hoy mi favorito…
Vendrá la Feria otra vez y no será la misma, y eso será lo bueno. Este año ha habido cumpleaños, verdades humanas que han salido a flote con gestos, estrellas a los que han agasajado los camareros, controles de alcoholemia milagrosamente superados por la bondad de la benemérita, actuación de los “del vaso” y ratos que conservaremos para siempre, igual que a veces me da por guardar claveles secos…
Pensando en todo esto, me acababa la tostada, y esa sevillana de María del monte que había sonado por casualidad se acababa, reparé que yo nunca había entrado en ese bar, que está muy cerca de mi casa pero que en la vida lo había pisado; y quizás es otro milagro de Feria, acabar descubriendo que ese rincón de nombre rociero no está tan mal, ni es tan cutre como parecía…