Ya sabéis que me gusta encontrarme cosas por la ciudad, pero como estos encuentros son casuales, no siempre se puede prever, aunque por suerte soy persona de cámara en ristre.
Me gustaba la idea de tener un parque cerca de casa, sobre todo porque el ahora parque y parking antes era “el descampao” del barrio, y lo otro tiene un poquito de más caché. Me encantó la idea de que pusieran en él lagos artificiales, pero no sé como fui tan ilusa de no imaginar que ocurriría esto.
Me gustaba la idea de tener un parque cerca de casa, sobre todo porque el ahora parque y parking antes era “el descampao” del barrio, y lo otro tiene un poquito de más caché. Me encantó la idea de que pusieran en él lagos artificiales, pero no sé como fui tan ilusa de no imaginar que ocurriría esto.
Para quien no lo aprecie bien, o esté algo extrañado, si, es un sofá, de hecho es bastante grande, y la casa más cercana estará a unos 500 metros como poco. La verdad es que se me da fatal calcular distancias pero vamos, que les ha tenido que costar lo suyo llevarlo hasta allí y luego tirarlo…
Por otro lado, camino de la Feria del Libro, en la confluencia de la Avenida de la Constitución con Fernández y González, junto a Filella, escuché bulerías, y muy bien cantadas además. Allí estaban, a las seis de la tarde, rodeados en su mayoría por turistas, nacionales y extranjeros, demostrando que a esa hora también se puede ser muy flamenco. Habrá quien piense que estaba hecho con la intención de aprovechar el paso de turistas; pues seguramente sí, porque en su mayoría esta ciudad vive de eso, pero lo cortés no quita lo valiente, y sea cual fuere la intención, a mí me encantó el ratito de cante y baile que nos ofrecieron. El grupo se llama Son de Afuera, y es literal, puesto que la bailaora era italiana y el guitarrista francés; el chico que cantaba portuense, y el de la caja no lo sé, aunque imagino que de alguna parte de Andalucía.
Y resultó que a la semana siguiente, volví a la Feria del Libro. Esta vez no encontré cantes, ni bailes. Encontré a la Dama del nombre más sevillano. Con ella llegó El Rock de la Calle Feria, recuerdos de un tiempo que no viví y una dedicatoria inesperada en un libro regalado.
Muchas gracias a Reyes, a Marina y por supuesto a Paco.