sábado, 11 de febrero de 2017

Me estoy doctorando, ergo, debo estar muy loca




   Empiezo a pensar que hay dos clases de personas que se doctoran:
  Por un lado hay gente de nervios de acero, que toma decisiones juiciosas y tiene una disciplina espartana para su trabajo. Se doctoran porque lo harán de forma eficaz, porque si se propusieran cultivar un huerto comerían tomates al poco tiempo y si quisieran navegar, sacarían títulos de patronaje de barcos en semanas.
   Por otra parte, hay gente, entre la que me incluyo, que de una forma algo azarosa y bastante esquizoide llega a recalar en el puerto doctoral. Lo hacemos porque hay cosas que nos gustan, nos gustan mucho, y es apasionante pensar que puedes dedicarte a darle vueltas a lo que te flipa. En ese momento de euforia, no pensamos en la esclavitud, la soledad o la condena que puede suponer un reto así. Nuestra disciplina es más impulsiva que otra cosa; en mi caso, me muevo más por cabezonería que por una férrea imposición de rutinas y trabajos.

   Me estoy doctorando y con frecuencia me pregunto si estaré loca…

   Esta elección te condena a algo que podríamos denominar "friquismo académico". Es la excusa de una imposición a bucear en algo que te gusta, y que se acaba por convertir en un tema central, que poca gente entiende, que a casi nadie le interesa, y que tú ves por todas partes, ya sea leyendo revistas especializadas, viendo la tele o tomando café. Si eras un poco antisocial, esto es el remate, la monomanía llevada al extremo.

   También te acabas por convertir en una rara especie de animal, que ávidamente busca congresos, publicaciones, cursos, y en general, foros donde escuchar o leer sobre "tu tema" y lo mejor, donde expresarte tú al respecto. Allí, a veces, te cruzas con seres muy semejantes, y aunque son encuentros fugaces, el universo se congela para que puedas disfrutarlo.
   Casi abracé como una loca, como la loca que soy, a la chica que me abordó tras una comunicación, interesada en incorporar en su estudio algunas cuestiones que yo había comentado. Por mi parte, me esforcé en aparentar madurez, profesionalidad, seguridad y toda clase de cosas que enmascararan que estoy desquiciada y que de buena gana, habría pegado saltos. Probablemente, mi excesiva sonrisa al darle mi tarjeta me delató a ojos entrenados, pero la cosa es que, la gente loca como yo, encontramos una rara gratificación en estas cosas.
Alguien que quiere saber sobre "tu tema", que quiere incluso asesoramiento… ¡Que cosa más grande!

   No todo es bueno, claro. A veces te das cuenta de que estás en una conferencia, negando con la cabeza, haciendo aspavientos, y encima, en primera fila…

Mostrarte a favor y en contra de propuestas en el marco de estos encuentros tiene un aliciente extra si se habilita un hastag ad hoc para la ocasión, porque ahí, acabas por darlo todo; troleo científico en estado puro.

   Por supuesto, otro motivo de esa desaforada búsqueda de publicaciones, cursos y comunicaciones, es que la administración educativa te obliga a demostrar que estás trabajando, que lo haces incansablemente y de forma tan brillante, que eres productiva. Lo llaman excelencia, y algún día se tipificará como forma de tortura del mundo moderno.
   Cuesta que tu entorno cercano entienda la desolación de que te rechacen en una revista JCR ¡que calamidad!
    También les cuesta entender tus alegrías; que alguien cite tu trabajo, aparecer en DIALNET, que te recomienden por aquí y por allá aunque todo quede en nada.

   Ahora puedes decir que eres PHD Student, tan pedante y molón como suena, sí.

   Ahora necesitas becas, ayudas, cumplir requisitos cada vez más duros, justificar tu trabajo, venderlo y venderte a ti misma.
   Pensar que quieres investigar en, ojo al dato, ¡España!
Tienes que pensar en ello, sin que te den dementes ataques de risa o desequilibrantes ataques de pánico.

   Me estoy doctorando, asumo que estaré algo loca, y lo peor es que no he hecho más que empezar. 

sábado, 17 de septiembre de 2016

Te echo de menos


Te echo de menos, aunque no lo parezca.
Te extraño cuando divago sola, porque hubo un tiempo en que disfrutaba divagando contigo.
Te echo de menos cuando paseo por las aceras de siempre, o por las del Pópulo gaditano, o por las del Distrito XVII de París, y no lo comparto contigo.
Extraño tus comentarios, los lugares a los que llevabas, las voces que me traías, la ventana al mundo que supusiste para mí.
 Echo de menos a la que empezó este blog, aunque me siento inmensamente orgullosa de lo que he cambiado.
Busco la excusa de mi abandono, culpo a las otras letras que debo esparcir por las webs y la academia, me lamento por haber renunciado a la parte de mí más mía…
La vida sigue, y a veces siento que me faltas. Te necesito en viajes, en decepciones diarias, en el camino doctoral, en las lágrimas de rabia y la risa insulsa…
Y es por eso que no prometo nada, pero que me arrepiento a cada paso que doy sin el tecleo que mereces.  

jueves, 11 de junio de 2015

Tres colores para una ciudad

Toulouse es rosa, no rosa a la manera de una idílica canción en que se ve la vida de determinado color, sino rosa de verdad. Rosa en la manera que lo son las piedras que dan forma a la piel de la urbe. Ladrillos rosados apilados tras el paso de pueblos romanos, escenario del exterminio de los cátaros, lugar del martirio de San Saturnino, morada ocasional de Santo Domingo, sepulcro de Santo Tomás de Aquino, rincón de la decapitación de Montmorency, refugio del gobierno republicano español y cuna de "La Resistencia". 



La "Ville Rose" te deja ver su pasado en calles estrechas que se amplían en plazas y bulevares de una ciudad rosácea que suena a tango, pues vio nacer al mismísimo Carlos Gardel.

Toulouse también es azul, uno especial, el que proporciona lo que allí llaman cucaña o cocagne, científicamente "Isatis Tinctoria". Esta planta se extendía por el Languedoc, proporcionando un tinte azul para el paño que a veces se denominaba como azul pastel. Ese azul se diluye en las aguas de los canales, en el atardecer de su playa artificial, azul terroso y voraz en el cauce del Garona, ese río que ha visto tanto…




Toulouse es violeta, ¿no es curioso? Violeta, como la mezcla del rosa y el azul pastel, violeta redundante en las flores violetas del Languedoc, violeta en el perfume que aún perdura en mi ropa blanca, violeta en el sabor de sus caramelos, violeta en el tacto del jabón de manos… También es violeta su alma, el tinte final de sus nubes,  su equipo de fútbol.


Y tres colores dibujan ese rincón del mundo, de Francia, de la literatura de Dumas, de los sueños que a veces me devuelven al Parque de Compans o a la tormenta que con medio cuerpo fuera de la ventana, redondeó una noche más de vino y queso.

domingo, 4 de enero de 2015

Esto no es...



La pipa de Magritte no era una pipa. El paroxismo de la pintura surrealista tenía una lógica aplastante, cartesiana, sencilla, certera. Aquello no era una pipa, jamás lo sería. Era la representación icónica de una pipa, la captura de un objeto, el recuerdo de un elemento, pero no una pipa en sí. Repitió la fórmula con más objetos... un no trozo de queso, una no manzana... Todo lo mismo, no eran lo que eran, sólo era pintura.

   Nos empeñamos en que las cosas, al igual que la mujer del César, no sólo sean algo, sino que lo parezcan. Es importante que ambas dimensiones coincidan y es un completo desastre cuando no lo hacen. No es tanto el hecho de conservar una apariencia rigurosa o conveniente; lo peor es que el parecer te indicara algo que no coincide luego con el ser. En ese momento ni un maestro de la pintura surrealista podría acudir en tu auxilio.

   Dormir con antifaz te deja ver qué cantidad de lágrimas derramas por la noche. Ya he dejado de plantearme el porqué, ya no me importa saber si es un hecho biológico o si lloro en sueños; cualquiera de las dos respuestas me parecería bien, en ambos casos mi cuerpo o mi alma se ve que necesitan que lo haga. Tampoco me importan ya los laberintos que hace meses me agobiaban. He dejado de esperar determinadas palabras por determinados canales. Incluso ha dejado de preocuparme que la letra "e" en el teclado del ordenador no funcione bien. Empiezo a pensar que sentirse sola o acompañada no responde al esquema que nos habían enseñado. Disfruto inconscientemente de cosas que desconocía. Mis obsesiones compulsivas están disparadas y no veo necesidad de frenarlas. Algunos a mi alrededor parecen embarcados en una carrera sin freno por conseguir cosas que parecen tal o cual, a saber lo que son en realidad... pero no me importa, no es mi objetivo, no voy a correr por ello.

   Ha dejado de inquietarme tener el blog abandonado. Esto no es la celebración de su aniversario, es la entrada que coincide con el día en que decidí abrir esta ventanita al mundo, pero solo eso; si parece una conmemoración, pues nada...

   Todo no es lo que parece; bendito maldito Magritte, que razón ha tenido siempre.  

miércoles, 1 de octubre de 2014

Prisioneras de guerra

   Se fue como si tal cosa, sin darle importancia alguna... Parecía que al día siguiente nos íbamos a volver a ver, parecía que aquello no era lo que era... A ninguna en realidad nos gustan las despedidas y por eso aquella se quedó muy lejos de cumplir el protocolo que un adiós impone.
   Sería hipócrita decir que era mi mejor amiga, por desgracia nunca hemos tenido tiempo de emprender esa tarea, pero es de esas tres o cuatro personas que conoces en la universidad que sabes que ya van a estar contigo por siempre, o al menos por mucho tiempo. Curiosamente solo fuimos compañeras de dos asignaturas, puede que las dos peores de la carrera, pero tal vez eso fué lo que nos unió... Entre teoría y práctica, esas dos materias llenaban solitas toda una mañana, que si no recuerdo mal, era la de los miércoles. En cierto modo eso pudo generarnos "el síndrome de los prisioneros de guerra", un lazo afectivo que surge con otra persona que comparte contigo una situación extrema, salvando las distancias.
   Después de aquello ya he dicho que no surgió la historia de comedia made in USA
a lo "mejores amigas del mundo mundial", pero no volvimos a perder el contacto. Un twitteo de risa, algún whatsapp, alguna llamada, un ratito de charla cara a cara... Siempre nos falta tiempo, siempre hay demasiadas cosas que contarse, siempre tengo la sensación de que merecería la pena ajustarse la vida de otra forma para pasar más tiempo con gente como ella...
   Pensar y escribir en esto último me genera una tristeza especial... Hace ya un puñadillo de semanas, un domingo volvió a pasarme lo que suele pasarme mucho últimamente; no estaba donde debía o por estar donde debía no lo estaba donde quería o algún silogismo de este calibre. La cosa fué que no pude ir a la fiesta oficial de despedida, donde todos los que la quieren, que no son pocos, estaban reunidos para decirle adiós.
   Ella, que nunca me hace un reproche aunque sea en broma, no me afeó esto y simplemente, a la semana siguiente, justo el día antes de su partida, en una maniobra casi suicida, se cruzó Sevilla a la peor hora en transporte público para venir a mi casa y decirme que no le gustaban las despedidas y que esto sería un hasta luego, porque el luego será cuando vaya a verla al Norte de Francia donde ahora está.
   Otra aventurera de estas de las que habla el gobierno. Gente que por simple espíritu intrépido deja a su familia, sus amigos y su vida en general para irse a un sitio donde se pondrá de nieve hasta las pestañas y cobrará el sueldo digno que en España cada vez es más inusual. Para colmo, debe ser más arriesgada que nadie, pues le teme a los aviones, pero imagino que forma parte de la historia superar algunas adversidades... Para no perjudicarla en esto, me callé que yo, que no temo a los aparatos volantes, sólo pasé miedo una vez en uno de la compañía con la que ella viajaba. Ahora que está allí puede leerlo.
   Y así se separan un poco más nuestros caminos, con la guerra diaria de vivir en un mundo en crisis de demasiadas cosas. Pero" los prisioneros de guerra" conservan su unión para siempre, las prisioneras compañeras te despiertan con una foto de un bar alucinante donde saben que disfrutarías o en otra versión de despertador, se acuerdan de la fecha de admisión en masters que para tí era importante... Y cada vez que hablamos y el mundo parece algo más pequeño, y Francia no deja de ser la vecindad de al lado, me reafirmo en mi teoría de que no vamos a separarnos, porque siguen las luchas y las guerras cotidianas del tiempo que nos ha tocado en suerte, con Bolonia, con el B1, con sueños y pesadillas... y eso no es soportable si no tienes a cierta clase de gente contigo.
      


Bonne chance, cher ami. 

domingo, 27 de julio de 2014

Como hacerte saber

Es maravilloso a veces eso de que la memoria se atasque. Se queda como atorada en un punto y deja algunos recuerdos con una especie de fundido en negro. Luego, un día que no se sabe porqué, parece que algo se reinicia, se resetea, algo salta y... ¡ahí está! Recuperas algo olvidado y es como una doble alegría, la del conocer y la de un reencuentro extraño; reencuentras algo, te reencuentras contigo.
La vida a veces parece rebobinarse, y acabo de caer en que muchos niños no sabrán que es rebobinarse porque no han conocido ni casettes ni VHS, vaya cosa...
Los recuerdos pegan saltos, adelante, atrás, sin orden, caprichos del destino.
Es curioso encontrarme todas estas espirales ahora que creía que vendría el estancamiento, el freno.
Es agradable tener tiempo de retomar sanas costumbres pasadas. Es genial poder detenerse tanto en nimiedades.  Magnífico esto de poder quedarse con cada frase, cada verdad lacerante, cada consejo de amigo... Es encantador divagar pensando si sería posible que en los colegios se les repitiera a los niños cada mañana este poema, como una oración cívica que deben conocer y repetir de por vida...
Tal vez todos esos balances y análisis con los que me mortifico no son tales, tal vez solo son una revisión que yo no soy capaz de ordenar. Por eso sería más fácil repetirse este poema a diario, asumir cada día un par de verdades y asumir también que no todo el mundo conoce esas verdades. Al fin y al cabo, la intención de don Mario era averiguar cómo hacer saber estas cosas...

COMO HACERTE SABER

¿Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?
Que uno solo tiene que buscarlo y dárselo.
Que nadie establece normas salvo la vida.
Que la vida sin ciertas normas pierde forma.
Que la forma no se pierde con abrirnos.
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente.
Que no está prohibido amar.
Que también se puede odiar.
¡Como hacerte saber que nadie establece
normas salvo la vida!...
Que el odio y el amor son afectos.
Que la agresión porque si, hiere mucho.
Que las heridas se cierran.
Que las puertas no deben cerrarse.
Que la mayor puerta es el afecto.
Que los afectos nos definen.
Que definirse no es remar contra la corriente.
Que no cuanto más fuerte se hace el trazo más se dibuja.
Que buscar un equilibrio no implica ser tibio.
Que negar palabras implica abrir distancias.
Que encontrarse es muy hermoso.
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida.
Que la vida parte del sexo.
Que el "por qué" de los niños tiene un porqué.
Que querer saber de alguien no solo es curiosidad.
Que querer saber todo de todos es curiosidad malsana.
Que nunca está de más agradecer.
Que la autodeterminación no es hacer las cosas solo.
Que nadie quiere estar solo.
Que para no estar solo hay que dar.
Que para dar debimos recibir antes.
Que para que nos den también hay que saber cómo pedir.
Que saber pedir no es regalarse.
Que regalarse es en definitiva no quererse.
Que para que nos quieran debemos mostrar quienes somos.
Que para que alguien sea hay que ayudarlo.
Que ayudar es poder alentar y apoyar.
Que adular no es ayudar.
Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara.
Que las cosas cara a cara son honestas.
Que nadie es honesto porque no roba.
Que el que roba no es ladrón por placer.
Que cuando no hay placer en hacer las cosas, no se está viviendo.
Que para sentir la vida no hay que olvidarse, que existe la muerte.
Que se puede estar muerto en vida.
Que se siente con el cuerpo y la mente.
Que con los oídos se escucha.
Que cuesta ser sensible y no herirse.
Que herirse no es desangrarse.
Que para no ser heridos levantamos muros.
Que quien siembra muros no recoge nada.
Que casi todos somos albañiles de muros.
Que sería mucho mejor construir puentes.
Que sobre ellos se va a la otra orilla y también se vuelve.
Que volver no implica retroceder.
Que retroceder puede ser también avanzar.
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del Sol.
¡Como hacerte saber, que nadie establece normas, salvo la vida!...

Mario Benedetti

martes, 1 de julio de 2014

El trago



  
Cada año ocurre porque en cierto modo, cada año es cada año porque esto ocurre. Nunca me pilla preparada, nunca me encuentra con mentalidad y actitud propicias aunque este año puede que menos que ninguno. Demasiados ciclos, demasiados círculos, demasiadas celebraciones como para tener ánimo de sumar más... Cada año llega este trago, con la consecuencia de que comienzo a soltar una ristra de lamentos al respecto.. Y no debería, si lo pienso no debería; al fin y al cabo tomo el té sin azúcar, apenas se la echo al café, no le pongo sal a las patatas, porque me gusta que las cosas tengan el sabor que las cosas tienen y sin embargo, este trago, que suele ser agridulce, más lo primero que lo segundo, me cuesta más que cualquier jarabe.
   Todo esto suele envolverme en una terrible espiral de pensamientos y desvaríos encadenados, como si yo no le diera vueltas a la cabeza el resto de días del año... Parece como que se impone la obligación de pararse, de ver el "Debe" y el "Haber", tener o no tener.
   Contra el clásico "Tres cosas hay en la vida, salud, dinero y amor" me gusta más quedarme con lo que dijo George Sand:" ¡Dejadme escapar de la mentirosa y criminal ilusión de la felicidad!  Dadme trabajo, cansancio, dolor y entusiasmo."
   De las tres primeras no tengo nada,  de las otras cuatro podría decirse que hago pleno... ¿puedo quejarme? probablemente no; algún precio tenía que tener escapar de la mentirosa y cruel ilusión de la felicidad...
   George Sand y yo nacimos el mismo día, con un puñado de años de diferencia. Ahí acaban los parecidos pues ni he sido amante de Flaubert ni me he tenido que vestir de hombre para entrar en los bares, ventajas del Siglo XXI, que alguna tenía que tener.
   Los últimos meses han valido por un par de años, los últimos años han hecho por media vida y la media vida que ya se me amontona en el cuentakilómetros se me hace algo pesada en un día como este.
   Es cansino quejarse de este modo, a mí me canso yo misma a base de pura queja, pero es inevitable según parece; aunque por una vez podría dejar el balance a un lado, el conteo de fracasos y cosas parecidas remotamente a éxitos, pero sinceramente, no me veo capaz.
  Un trago que se repite año tras año, deformándote, desfigurándote... Como a ella, como a esa mujer que bebe absenta en un cuadro de extraño granulado porque carece de la inicial capa de imprimación... Seguro que a ella tampoco le gustaba cumplir años, si es que recordaba el día en que tal cosa ocurría...


"La bebedora de absenta"
Pablo Ruíz Picasso
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