Recuerdo ver este anuncio antes de la fecha que en él figura. Yo no tenía más de cinco años, lo recuerdo porque aún era hija única e iba a la guardería. Una niña feliz, la pequeña princesa de una casa en la que no había más niños que le hicieran sombra. Aún así, no era el prototipo de niña consentida. Además de mis padres, tenía a mi querida Tata, que además de cuidarme me enseñó algo de inglés e italiano, me aficionó a ciertos grupos de música ochenteros, y me bajaba a veces de esa nube en la que las princesas de la casa tienden a subirse en ocasiones.
Yo era una fanática de este anuncio, esperaba a verlo aparecer en la pantalla, me sabía la canción, hacía una especie de baile similar al del trapo. Una afición rara la mía, pudiera haber parecido una premonición de que en un futuro sería una mujer de esas hacendosas, lo que mi madre denomina “una mujer de su casa”, y nada más lejos de la realidad. Yo quería esa bayeta porque sin haber cumplido los cuatro años, en un mundo infantil de Reyes Magos y Ratones Pérez que aún quedaban lejos de mis firmes dientes de leche, yo pensaba que ese trapo amarillo danzaría por mi casa sin parar, y yo con ella, y cantaríamos la canción una y mil veces mientras ella limpiaba. Puede que eso sea lo bonito de los niños, que en su mundo todas esas cosas se vean tan posibles como la noche y el día.
Mi Tata trajo a casa la bayeta al fin. Imagino que mi madre estaba cansada de oírme y le dijo que la comprara de una vez. Entonces muy calmadamente me enseñó la caja. Era ella, salía dibujada igual que en el anuncio. ¡Íbamos a estar bailando en un minuto! La sacó, y la puso en una posición similar a la del dibujo sobre el escurridor del fregadero. Algo no iba bien, se quedaba quieta. Yo la miraba fijamente, como Matilda cuando hacía moverse a los objetos. Mi Tata, dándome una ducha de realidad decía “Vamos… ¡es la del anuncio! ¿por qué no canta ni baila?” yo seguía en mi posición, disimulando una desilusión brutal, pero creo que desde chiquitita era algo orgullosa… “¿Ves? No tienes que creerte todo lo que ves por la tele” dijo ella, dando por finalizada esta historia, con moraleja incluida. Pero yo, antes de irme a la salita con la dignidad que me quedaba la miré respondiendo “Tenías que haber comprado la que salía en el anuncio, no una normal”
Imagino que fabriqué rápidamente la teoría de que la auténtica Ballerina existía, grababa anuncios y demás, pero que no podía estar en todas las casas, como los Reyes Magos de Oriente auténticos no podían estar en todas las ciudades a la vez y elegían representantes… Me habían comprado un trapo amarillo, y yo quería a la estrella televisiva.
Independientemente de esto, hoy valoro aquella lección de realidad que mi Tata intentó darme, aunque yo en un primer momento, preferí mi propia teoría.
jueves, 2 de diciembre de 2010
Realismo absorbente
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14 comentarios:
mmm... A veces la realidad necesita otras teorías...
Jajajajaja, qué bueno.
Sin duda, lo más preciado que tienen los niños es esa imaginación que la realidad y los años van mellando desgraciadamente. Esa inocencia hay que dejarla que se vaya sola, no tenemos que hacerles ver lo ingenuos que pueden llegar a ser sino dejarles que la disfruten mientras puedan porque ya no vuelve más.
Algún día escanearé unas cuantas fotos mías en las que se puede palpar lo que dejaba volar en mi cabeza.
Me ha encantado tu entrada, de verdad.
eres resistente y muy absorvente... si en vez de gata te hubieras puesto ballerina, no habríamos notado la diferencia...
Genio y figura...
La verdad es que tu orgullo no podía quedar herido al ver que la balleta no bailaba. Y me encanta la salida tan digna que tuviste.
Besos, patachula.
Y aún así cuando crecemos seguimos atados a esa fantasia y al chocar con la realidad nos sentimos tan decepcionados...
Me ha encantado tu entrada, Gata, ¡qué bonita descripción de lo que és creernos todo lo que vemos!, porque siguen jugando con nosotros y nosotros le seguimos el juego.
Un besazo.
Ojalá hubiese tenido yo una tata que me hubiera dado la lección que a tí la tuya.
Aún me siguen ilusionando ciertas tonterías, que después comprendo nunca serán realidad.
Un beso, engañalozas.
Buenas y frías noches de puente a todos…. Mira que es algo absurdo hacer una entrada de una bayeta peeeeero ahí estáis, jejeje Se siente una menos sola o menos loca con estos comentarios…
Pues sí Mario, algo que vaya más allá…
Zapateiro, espero esas fotos… Además pienso que sería buena una bayeta que limpiara sola la cocina… no era mala idea…
Eres mi cruz, adaptaré la respuesta que Homer le dio a su mujer cuando no le dejó llevar camisa de manga corta con corbata… “Ojalá yo fuera Ballerina”
Gracias Andréu, tu sabes, cabezona a más no poder…
Pues sí Rebeca, no siempre hay una Tata que te abra los ojos… y aún habiéndola a veces es complicado…
Tortuga, fe al fin y al cabo… según la edad cambia el grado y la creencia, pero siempre tenemos esperanzas en algo…
No cogé ventaja, lo dicho, no se puede ir con una Tata siempre al lado… pero ella me enseñó muchas cosas, la verdad.
Besos a todos
Tu propia teoría del caos...
Siempre consigues hacerme mayor, snif.
Soy de las que piensan que abrir los ojos del todo tampoco es sano.
Que siempre nos quede algo de magia.
Kiss
Hola
Me llamo Felicia , soy administradora de un directorio y tengo que decir que me ha gustado tu página, me encanta el contenido que publicas, la realidad, a veces objetiva, a veces subjetiva, pero me encanta como escribes.
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Querida Gatilla: ¿me permites que mañana, al alba, con fuerte viento de levante, con la lluvia que no me ha dejado hacer ese pequeño viaje con mi santa y sufrida esposa, te vuelva a leer y a empaparme de todo lo que me he perdido estos dias?. Seguro que te vuelvo a leer, no paras de sorprenderme. Un saludo.
Dama, si te sirve de consuelo yo también me siento mayor infinidad de veces…
Larisa, que nos quede magia y que nos dure… aaains…
Por superstición del peor tipo, sigo en el siguiente comentario…
Felicia, la verdad es que aunque esté agradecida, no soy muy amiga de directorios y tal… pero lo pensaré…
Naranjito, una alegría tu vuelta. Yo ando algo despistada pero prometo cumplir también, aunque te he leído últimamente, pero no comentado…
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