
Hace seis años te
creé porque tenía una extraña necesidad de escribir; hoy te mentiría si dijera
que la sigo teniendo y eso es lo peor de todo; no debería haber perdido eso
pero obligaciones de otro tipo me hicieron canalizar mis letras de otra forma y
tu, fiel y callado, dejaste que siguiera por otros derroteros.
A pesar de todo
sigo siendo yo, la que disfrutaba haciendo una entrada chorra sobre un
desayuno, un viaje o una noche de poco y mal sueño. Me gustaría tanto retomar
eso...
En este 2014 que acabamos de estrenar será la primera vez
en que vaya a bordo de un barco más de 12 horas, y me encantaría que en mi
primer crucero ocurriera algo como esto:
Cualquier situación
surreal de este tipo, aunque no llegara al delirio de los Hermanos Marx sería
algo que no me permitiría no referir aquí, aunque no prometo nada, si no lo
hago no incumpliré nada.
Este año será
intenso, el último de la carrera, el de la Graduación y quien sabe cuántas
cosas más, y no me gustaría vivir todo eso sin la sensación de saber que tengo
una ventana mía, de nadie más, donde puedo compartir lo que acontezca aunque no
sea muy interesante, muy lógico o muy leído...
Y después, quién sabe
dónde iremos a parar los dos, han sido muchas las incertidumbres que se me
fueron derramando por aquí y ahora parece que esto fue el cuaderno de
navegación de un barco que a pesar de todo sí que tenía un rumbo... Me leo y no
me reconozco, o tal vez sí, como si no hubiera escrito yo pero si alguien
cercano; y es que llevo un rato releyendo entradas antiguas y es como un
reencuentro con antiguas amigas.
En 218 entradas se
compusieron retales de un puñado de años, en incontables comentarios recibí
muchas cosas.