Nos empeñamos en
que las cosas, al igual que la mujer del César, no sólo sean algo, sino que lo
parezcan. Es importante que ambas dimensiones coincidan y es un completo
desastre cuando no lo hacen. No es tanto el hecho de conservar una apariencia
rigurosa o conveniente; lo peor es que el parecer te indicara algo que no
coincide luego con el ser. En ese momento ni un maestro de la pintura
surrealista podría acudir en tu auxilio.
Dormir con antifaz
te deja ver qué cantidad de lágrimas derramas por la noche. Ya he dejado de
plantearme el porqué, ya no me importa saber si es un hecho biológico o si
lloro en sueños; cualquiera de las dos respuestas me parecería bien, en ambos
casos mi cuerpo o mi alma se ve que necesitan que lo haga. Tampoco me importan
ya los laberintos que hace meses me agobiaban. He dejado de esperar
determinadas palabras por determinados canales. Incluso ha dejado de
preocuparme que la letra "e" en el teclado del ordenador no funcione
bien. Empiezo a pensar que sentirse sola o acompañada no responde al esquema
que nos habían enseñado. Disfruto inconscientemente de cosas que desconocía.
Mis obsesiones compulsivas están disparadas y no veo necesidad de frenarlas.
Algunos a mi alrededor parecen embarcados en una carrera sin freno por
conseguir cosas que parecen tal o cual, a saber lo que son en realidad... pero
no me importa, no es mi objetivo, no voy a correr por ello.
Ha dejado de
inquietarme tener el blog abandonado. Esto no es la celebración de su
aniversario, es la entrada que coincide con el día en que decidí abrir esta
ventanita al mundo, pero solo eso; si parece una conmemoración, pues nada...
Todo no es lo que
parece; bendito maldito Magritte, que razón ha tenido siempre.