Tal vez sean pocos los que se atrevan a llegar al final de esta entrada, aunque no sé como de extensa llegará a ser, cuando me pongo a escribir es impredecible en que acabará la cosa, pero la preveo larga.
Intentaré resumir esos días, esos pueblos, esos caminos… No será una guía, no lo pretendo ni tendría paciencia para hacer una, más que nada serán las cosas que más llamaron mi atención, que no siempre tienen que ser las que más gusten a los demás.
Este viaje empezó siendo una cosa algo programada, con rutas establecidas, en gran parte las determinamos gracias a la ayuda de otra bloguera y amiga que ya había andado el verano pasado por aquellas tierras; pero poco a poco, aunque seguíamos con nuestras rutas y nuestro “Ternerito guardián” en el salpicadero, se fue transformando en un viaje menos encorsetado, donde por encima de guías, mapas o GPS, acabamos atendiendo a máximas como: “Para ahí, que esa Iglesia tiene buena pinta”, “Me han dicho que ese pueblo es precioso” o “¡Para! , que se ve el río y si hay una fuente, llenamos las botellas”.
Y con las mismas, los pintorescos lugares, los fantásticos bares, los atinos y desatinos del GPS, las vacas y sus cencerros (que era un sonido permanente) y los ríos y montañas se compuso un viaje que resultó más profundo de lo que pensaba al principio.
EL SEGUNDO MEJOR PUEBLO DEL MUNDO
Hace unas semanas, mi hermano y yo andábamos rememorando antiguas vacaciones y años de veraneos donde muere el río Betis. En una de estas, intentando definir aquello, el hijo de mi madre soltó una frase lapidaria: “Sanlúcar es… es… en pocas palabras… ¡el mejor pueblo del mundo!” Me reí, y pido perdón a quienes consideren que este título lo ostenta otro pueblo, pero para nosotros esta afirmación es tan cierta como la rotación de la Tierra. Pero este verano no pisé Bajo de Guía, y casi en el opuesto del país encontré el que ahora me parece el segundo mejor pueblo del mundo en mi escala personal; San Vicente de la Barquera. Hay pueblos más monumentales, o más pintorescos, si. Los hay más grandes y más pequeños, que personalmente me gustan por el encanto que suele rodearlos, pero San Vicente tiene algo… No es sólo su Iglesia de Santa María de los Ángeles que tanto me recordó a las sevillanas, con la Capilla funeraria de Antonio del Corro, un nativo dominico de aquél lugar, que acabó siendo canónigo en nuestra Catedral, e inquisidor en San Jorge. Al fin de sus días, se hizo construir un mausoleo en su lugar de origen pero con altas reminiscencias sevillanas como los azulejos que decoran la estancia, o su propia escultura en mármol realizada por el salmantino Juan Bautista Vázquez el Viejo, autor entre muchas otras obras, del Cristo de Burgos, para contextualizarlo en lo hispalense.
Intentaré resumir esos días, esos pueblos, esos caminos… No será una guía, no lo pretendo ni tendría paciencia para hacer una, más que nada serán las cosas que más llamaron mi atención, que no siempre tienen que ser las que más gusten a los demás.
Este viaje empezó siendo una cosa algo programada, con rutas establecidas, en gran parte las determinamos gracias a la ayuda de otra bloguera y amiga que ya había andado el verano pasado por aquellas tierras; pero poco a poco, aunque seguíamos con nuestras rutas y nuestro “Ternerito guardián” en el salpicadero, se fue transformando en un viaje menos encorsetado, donde por encima de guías, mapas o GPS, acabamos atendiendo a máximas como: “Para ahí, que esa Iglesia tiene buena pinta”, “Me han dicho que ese pueblo es precioso” o “¡Para! , que se ve el río y si hay una fuente, llenamos las botellas”.
Y con las mismas, los pintorescos lugares, los fantásticos bares, los atinos y desatinos del GPS, las vacas y sus cencerros (que era un sonido permanente) y los ríos y montañas se compuso un viaje que resultó más profundo de lo que pensaba al principio.
EL SEGUNDO MEJOR PUEBLO DEL MUNDO
Hace unas semanas, mi hermano y yo andábamos rememorando antiguas vacaciones y años de veraneos donde muere el río Betis. En una de estas, intentando definir aquello, el hijo de mi madre soltó una frase lapidaria: “Sanlúcar es… es… en pocas palabras… ¡el mejor pueblo del mundo!” Me reí, y pido perdón a quienes consideren que este título lo ostenta otro pueblo, pero para nosotros esta afirmación es tan cierta como la rotación de la Tierra. Pero este verano no pisé Bajo de Guía, y casi en el opuesto del país encontré el que ahora me parece el segundo mejor pueblo del mundo en mi escala personal; San Vicente de la Barquera. Hay pueblos más monumentales, o más pintorescos, si. Los hay más grandes y más pequeños, que personalmente me gustan por el encanto que suele rodearlos, pero San Vicente tiene algo… No es sólo su Iglesia de Santa María de los Ángeles que tanto me recordó a las sevillanas, con la Capilla funeraria de Antonio del Corro, un nativo dominico de aquél lugar, que acabó siendo canónigo en nuestra Catedral, e inquisidor en San Jorge. Al fin de sus días, se hizo construir un mausoleo en su lugar de origen pero con altas reminiscencias sevillanas como los azulejos que decoran la estancia, o su propia escultura en mármol realizada por el salmantino Juan Bautista Vázquez el Viejo, autor entre muchas otras obras, del Cristo de Burgos, para contextualizarlo en lo hispalense.
Pero no es sólo eso, no es sólo su castillo, o las calles del casco antiguo, empinadas y encantadoras; ni es por el atardecer en su Plaza de los Peregrinos, ni por su ría o sus playas, ni su puente infinito… No es por nada, y es por todo, es su gente, su ambiente, sus bares… Es un sitio fantástico al que espero volver, porque lo dicho, hoy por hoy creo que para mí es el Segundo mejor pueblo del mundo.
AMABILIDAD CÁNTABRA
El carácter cántabro en sí me parece altamente destacable. Y no voy a poner de ejemplo a Revilla, ese hombre si que merecería un capítulo propio, pero si es cierto que en ocasiones, los injustos tópicos, esos mismos que hacen pensar que la gente del Sur vivimos de fiesta y sólo pensamos en dormir la siesta, a veces también dibujan a la gente del Norte como sombríos, secos o introvertidos. Evidentemente comento todo esto para negarlo rotundamente. Por supuesto, como en todas partes, hay gente buena y mala, más simpática y menos, pero por norma general todo el mundo es muy hospitalario, deseoso de ayudar, orgullosos de su tierra y de que tú la disfrutes. Incluso diré que hubo momentos en que yo, con la gracia sevillana que se me supone por la ley de tópicos, era mucho más antipática que ellos. En muchos pueblos pequeños, por costumbre, por educación, por lo que sea, la gente te saluda cuando se cruza contigo por la calle. No se meten en tu vida ni te preguntan nada, y en cierto modo tampoco es un formalismo, te saludan con ganas, porque quieren hacerlo. Y yo, que soy una urbanita acostumbrada a pasar un poco de todo, a veces me extrañaba ante tanta amabilidad, igual que cuando estás comiendo en algún sitio, y el que se va a sentar en la mesa de al lado te saluda antes de sentarse. Pero aunque a veces me costara, reconozco que me parecía entrañable que todos los pasiegos nos saludaran al salir de su pueblo.
Otra cosa muy curiosa para quienes procedemos de “La Tierra de María Santísima” es el hecho de que las iglesias tengan llaves repartidas entre los vecinos, y estos en ocasiones previa llamada al móvil te la abren para ti. Ya la experiencia en el campanario de la Iglesia de Yermo donde una octogenaria lugareña nos animó a subir al campanario saltando una vallita porque habían perdido la llave me pareció increíble. Lo de que alguien pisara el cable que no debía e hiciera sonar las campanas es la cumbre de la anécdota.
Por otro lado, lo de que los curas hagan ronda y recorran una media de cinco iglesias los domingos para dar misa, es algo que había visto en la tele pero que no sé por qué, me seguía sorprendiendo. Para muestra, don Elías, cura del lebaniego pueblo de Potes. Este hombre tiene una ruta que es para aprendérsela… Creo que hay delegados comerciales que viajan menos.
ENTRAÑAS CÁNTABRAS
La merecida fama mundial de las Cuevas de Altamira es de sobra conocida, pero quizás eso a veces haga que se eclipse el fantástico patrimonio rupestre que tiene toda la zona.
Yo sólo he podido visitar una cueva, La cueva del Castillo. No me pesa haber visto sólo esta, estoy tan convencida de que volveré que ya iré recorriendo las que pueda.
Es impresionante que todo el mundo se pregunte lo mismo ¿por qué pintaban? Es curioso que todos los historiadores e investigadores traten de darle explicación a algo que para mí es lógico y normal. Además, son teorías, criterios y explicaciones que suelen caerse a medida que los descubrimientos avanzan. Me parece tan simple el hecho de que un ser primitivo, pero SER al fin y al cabo, busque ese sentido artístico que todos llevamos dentro… Nadie se plantea por qué pintaba Picasso, o Zurbarán o Tamara de Lempicka. Era gente que trataba de expresar algo, y que lo hacía con los medios que tenía, cada uno en su época. Además de los bisontes o las manos en negativo, esa cueva tenía el encanto que un lugar tan milenario y especial puede tener. Sus trece grados, su humedad, esa oscuridad a la que sorprendentemente te acostumbras, hasta el punto de que luego te molesta el sol. Esas piedras frías que han visto tanto, que han conocido tanto… Los colores y matices que la filtración de la lluvia dejó entre sus galerías… Es una maravilla poder viajar al pasado así, admirar como una gente que quizás no era tan diferente a nosotros, quiso dejar su impronta para la posteridad.
MI CORAZÓN CÁNTABRO
Siempre comento que tengo una familia muy reducida, y la verdad es que miento. Suelo referirme a mi familia de forma muy estricta, mi madre y mi hermano, la gente con la que vivo, y con la que convivo, que es mucho más intenso lo segundo que lo primero. Pero atendiendo a la parte materna, que es la interesante y con la que mantengo contacto, habría que tener en cuenta que mi abuelo eran unos catorce hermanos, mientras que mi abuela eran ocho. Esto le deja a mi madre un legado de más de cincuenta primos entre unos y otros. De tantos primos, yo conoceré a la mitad. Muchos viven en Sevilla, una gran mayoría en Lora del Río, y el resto repartidos por Cataluña y quien sabe donde más. Además, hay que contar con el factor edad, muchos se llevan con mi madre quince o veinte años, lo que hace que si los conoció en su infancia, apenas se acuerde. Dentro de este grupo estaba una prima de mí mismo nombre, del mismo nombre que mi madre, portadora en fin de un nombre muy significativo en mi familia materna en general. Esta prima conoció hace muchos años a un santanderino, y por cosas de la vida se afincó en aquellas tierras hace más de treinta años. Ha sido un descubrimiento para mí reencontrarme con esta parte de mi familia. Han sido almuerzos y cafés llenos de recuerdos, reconstruyendo un pasado extenso y variopinto, ha sido una grata sorpresa y una feliz coincidencia ver cómo a pesar de la distancia y el tiempo, nos parecemos tanto como gente que pertenece a una misma familia. Así bien, ahora he ganado cuatro primos segundos (creo que se llaman así), Pepe, Javi, Elena y como no podía ser menos, Mercedes. Todos conservan un marcado carácter andaluz, pese a haber hecho su vida en Cantabria, y vienen por estas tierras siempre que pueden.
Además, he descubierto el sitio donde me gustaría retirarme a escribir largas temporadas, que no es otro que la casa que mi familia reencontrada posee en el pueblecito de Hazas de Cesto. Una típica casa cántabra del siglo XVI que entre la prima de mi madre y su marido, han reconstruido con sumo gusto y encanto. Y no solo me gusta porque en lo que antes era una porquera y un gallinero ahora se encuentre un salón maravilloso, o porque en la buhardilla tengan el cuarto de juegos que cualquier niña habría deseado… ¡es que tienen su propio bosque y su propio río! Un bosque con hortensias,encinas,tejos y eucaliptos, un bosque con huertecito donde de vez en cuando se cuelan jabalíes y ciervos.Incluso árboles con guindas para hacer nuestro propio pacharán.
Su casa de Santander también es una maravilla, y está en un sitio estupendo. Allí me acordé mucho de mi amigo Du Guesclin, cuando ví el dormitorio de matrimonio, que es el mismo que tenían cuando vivían en Lora, pero lo interesante para el General llegó cuando me dijeron que todo estaba hecho con maderas del desaparecido palacio de los Sánchez-Dalp.
Saber que ahora tendría quien me esperara si vuelvo por aquellos lares, hace que además de familia, un trocito de mi corazón se quede en Cantabria.
Por otro lado, poseo una gran familia adquirida. Amigos y personas que de tan cercanos se integran como si fueran tíos o primos. En esto se encuentran mis padrinos. Él posee un apellido que en el Valle de Liébana es de sobra conocido, Bustamante. Su padre, como muchos montañeses, recaló en Sevilla e hizo su vida aquí. Pero siempre conservaba un recuerdo para su tierra, Potes. Los prados, la Virgen de Valmayor, su plaza porticada… Y así, atraídos por la curiosidad que sentíamos por este pueblo lebaniego, llegamos a Potes, para disfrutar de sus calles empedradas, su orujo, y aunque yo no lo hice, hubo quien disfrutó de un cocido que de haber seguido comiendo hasta ver el fondo de la olla, habrían acabado como el célebre chiste de ese artista barroco del humor sevillano que era Paco Gandía.
Lo dicho, siempre que se viaja se queda un trozo de nuestro corazón en el sitio que nos enamora. Yo, con más motivo por lo sentimental que me pongo a veces cuando las cosas conciernen a gente que quiero, he dejado un enorme pedazo por toda aquella comunidad.
Llegados a este punto reparo en que la entrada es extensísima, por lo que en unos días colgaré una segunda parte, que no sé si será la última.
Fotos: Algunas son de Diego Ternero, otras de Mercedes Serrato, y otras de Mercedes Calero con la cámara de Mercedes Serrato, en fin, un batiburrillo.
Y en la cueva evidentemente no se podían hacer fotos, son del catálogo.
19 comentarios:
¡Uff!, me lo he leido entero y no me he cansado, eso sí, me has hecho recordar,mi viaje a esas tierras a finales de los 70, mucho habrá cambiado, no lo dudo, pero la esencia sigue siendo la misma.
Ya nos contarás si subiste a los Picos de Europa. No pienso perderme ni un capítulo. Saludos.
Yo he llegado al final...
Los cuadernos de viaje es lo que tienen, que si uno no llega al final no se entera de nada.
Deliciosa Cantabria. Tu viaje me trae magníficos recuerdos y una sensación de pesadez en el estómago al traer a la memoria las comilonas que nos pegamos por allí.
Lo único que no compartimos es el amor por San Vicente. Bonito sí, entrañable no me lo terminó de parecer. Disculpe usted el desacuerdo.
Besos.
Y después dirás que soy yo la que viajo jajajajaja.
No conozco Cantabria pero tu me la has traido hasta mi propia casa, tal vez en un futuro no muy lejano pueda visitar aquellas tierras y contar mi experiencia.
Besos
Cuando anduve en un viaje organizado -el único al que he ido en mi vida- por Asturias tuve la suerte de pasar un día en Cantabria. En concreto conocí la zona del Sardinero, la Magdalena y el Puerto en la muy señorial ciudad de Santander (por la que también dimos un paseito panorámico en bus); Santillana del Mar y Comillas. Por San Vicente sólo pasé.
Sin lugar a dudas, aquellas horas fueron un aperitivo de lo que si Dios quiere algún día me gustaría hacer por aquellas tierras y otras cercanas. Ando empeñado en conocer a fondo mucha España, aunque eso me prive de conocer mucho de fuera.
A mi es que toda esa zona me puede, me tiene ganado con diferencia: la historia, el clima, la gente, la comida....
Por cierto, me podías haber traído una astilla de los Sánchez Dalp... vaya tela...
Saludos.
en Los diez libros de Arquitectura, escribía Vitrubio:
"Exactamente igual sucede cuando las personas se trasladan desde regiones frías a regiones cálidas: no pueden mantenerse inalterables, sino que se debilitan. Por el contrario, los que desde regiones cálidas se trasladan a zonas frías del norte, no sólo no enferman con el cambio de lugar, sino que se robustecen." (libro I, cap. 4: La salubridad de los emplazamientos)
joder, tú has venido con una fuerza inusitada... claro está que sin llegar al nivel del párroco de Potes, que para mí que se crió en Écija... porque menudo empuje...
me quedo con Comillas... allí se celebraba la Bienal de Arquitectura Española hasta que hace poco se la llevaron a Santillana del Mar... estaban hartos de arquitectos maricones... y allí llegué por primera vez hace muuuuuucho tiempo (el siglo pasado) con mi novia en coche... a la una de la madrugada habíamos llegado a la conclusión de que estábamos perdidos y buscábamos fonda desesperadamente... cuando de pronto... ¡ARGFS!... nos encontramos de frente con mi ángel exterminador, ese que me visita todos los veranos... ¡quillo, pero tú ¿qué hase aquí, papafrita?!... reconozco que le eché güevos para montar el trípode y hacerle una diapositiva...
que luego durmiéramos en un puticlub ya es anécdota que me guardo para una entrada en mi blog... ahora que lo pienso... los techos de aquel puticlub también tenían toda la pinta de haber sido del palacio de los Sánchez Dalp... en fin...
¿Ya?, ¿Ya está?, ¿tan corto? Po me lo he leido entero, que lo sepas. Mañana presumiré de haber estado en esa tierra, grácias a lo que escribes. La segunda entrega por favor.
Bonito ocaso. Bonitas casas.
Subí a Galicia hace cinco años. Cantabria no la conozco. Veo que te ha calado para bien.
Paso a saludar tímidamente, reiventada, superviviente, paso por lealtad histórica, con cambio de nombre, de cara, quién sabe si un poco de corazón. A decir hola, a decir grazie, a decir te leo, resistiré, o eso creo, o me parece.
Abrazos desde el cojín
Ya veo que has disfrutado... me encanta Cantabria, pero desde Asturias también te reclamamos para que pasees nuestro paraíso natural.
Un beso.
¡Ay Cantabria y sus gentes! Si cierro los ojos y me transporto allí se me viene a la cabeza el desfiladero de la Hermida, la iglesia de Santa María de Lebeña, el cocido montañés, el bonito del norte, esos impresionante platos de carne en su punto por los que aquí te sangrarían lo más grande, las casas de piedra con enorme blasones, el olor a vaca y el color verde.
Yo allí no tengo familia pero sí unos amigos de mis padres que son como de la familia, así que siempre tengo a mano volver y eso mooooooola.
P.D: La casa de tu parentela tiene una juerga, ¡eh!
¡Oh, se me olvidaba el cantábrico con sus olas! Y esa playa de los locos...
Quería haber contestado antes, pero entre una cosa y otra… y la segunda parte os prometo que llegará, in true…
Tortuga, claro que la esencia se mantiene… Si que subí, en el telesférico de Fuente De, jejeje
Bueno Mario, ni puedo prometer que al final esto tenga sentido ejejej pero se intentará…
No veas Ana, lo de la gastronomía es un punto y seguido muy grande que le debo a estas entradas… Lo de San Vicente, es que me quedé ahí a dormir unas cinco noches… Eso hace que lo conozcas más y que adquiera ese aspecto entrañable que yo le veo… Si que imagino que en Agosto debe ser más turístico que cuando yo fui…
Sevillana, seguro que te encanta. Tú y yo nos parecemos en eso, somos felices viajando a la otra punta del mundo, o a cualquier pueblito, lo que nos gusta es viajar.
Pregonero, yo a veces también lo pienso, pero hay tiempo para todo, hay que conocer lo de aquí y lo de fuera, y ya lo dije hace unas cuantas entradas… A veces me dá pena saber mucho de obras de arte, bares y sitios extranjeros, y desconocer tanto de España…
Santander es una maravilla, en próximas entradas vendrá, una ciudad con mucho sabor. Santillana y Comillas son muy conocidas con merecida fama aunque no niego que por eso me gusta que he podido disfrutar de pueblo mucho menos conocidos pero con un gran encanto. En tuenti te puse unas fotos de carteles que son de Comillas por cierto….
Hombre Sergio o un cajón, puestos a pedir… Por lo visto era un artesano de Mateos Gago el que tenía esas maderas, hizo el ropero y vendió las maderas necesarias para el resto del dormitorio al marido de mi prima, que fue quien las hizo, ya que tiene bastante afición a estas cosas.
Kisses y sigo en el siguiente que el 13 no me mola…
Eres mi cruz, que complicación borrar todo… El último lo habría dejado, por aquello de que engañaba mi popularidad… me gustó eso…
Don Elías es el p… amo… No sé si me atreveré a contar otra historia de curas cántabros, ese dominico recto y serio en aquel pueblito perdido, en la tercera o cuarta misa del día, cuando iba a preparar el altar pegó un tropezón de la leche, y cayó en plancha, mientras la Sagrada Forma, el Caliz, y el vino salían volando por los aires… Puede que Dios se percatase de ese ser maligno que llevo dentro… o que fueran represalias por entrar en la iglesia con el rojo del pueblo, que se había ofrecido para enseñarnos aquello.
De Comillas tengo fotos de un barecillo cercano al Capricho de Gaudí que tenía aceite sevillano y manzanilla sanluqueña. Ahora, el puticlub de esa villa no lo conocí… Aunque si dormí en una casa de dudosa reputación en Florencia hace años… Lo que es el viajar… que se sube a los palacios y se baja a las cabañas…
Gracias Nnaranjito, que maravilla que no se te hiciera pesado, ejeje Ya mismo la segunda parte.
Larisa…. ¿Ego? Me alegro de tu vuelta, sea como fuere. En tu nueva casa no me publican los comentarios, cosas de blogger creo, aunque el rollo italo le da su gracia a la cosa… pero es un placer que andes por aquí, con lealtad histórica como dices…
Gaia56 gracias por tus palabras. En realidad fui a Asturias pero muy, muy brevemente… Por eso el Norte es el sitio al que volver.
Zapat, muchas de esas cosas vienen en la siguiente entrega, sobre todo la iglesia de Lebeña, que maravilla, fijo que nos la enseñó la misma chica bajita ejjeje
Y si, la casa de mi prima tiene para una juerga y dos si son pequeñas…
Kisses y gracias a todos, la siguiente entrega espero que no se demore mucho…
Querida Mercedes.
Me gustan tus entradas sobre viajes (recuerdo con cariño las de Londres). Son cálidas y llenas de percepciones muy, muy personales.
Un beso.
Pd: Supongo que os llovería mucho porque yendo con el fiscal más gafe de la historia de mi hermandad...!!. Dale un abrazo de mi parte.
¡¡vivan los chicucos!!
Grandes viajes, grandes crónicas.
Desde el gallego Cabo Vilán hasta Cabezón de la Sal.... yendo y viniendo...
Besos
Antonio
Perdona que llegue tarde, ayer no recordé que tu verdadero nombre es Mercedes.
Felicidades Gata.
Si es que el norte es tan bonito! y lo mejor siempre ha sido la improvisación entre todo lo programado.
Que pena, que dejado tenía esto… Entre la facultad, enredos varios y un resfriado que no me tengo ando al revés… En cuanto lo domine todo espero estar más encima…
Calleferia ¡que va! Se pasó meses diciendo que llovería, nos hizo comprar impermeables, nos metió miedo… Llovió, pero sólo dos días y nada destacable… Lo mismo está perdiendo el gafe, o sus poderes lejos de la calle de tu Nick, pierden fuerza, jajajaja
Antonio, mozucos más bien, jejeje
Rafael, mil gracias. Todos los Santos tienen Octava.
Rebeca, muy de acuerdo en las dos cosas.
Kisses miles a todos, nos leemos pronto, muy pronto
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