miércoles, 22 de abril de 2009

Mi infancia son recuerdos…




La primera vez que recuerdo haber estado en aquel edificio de ladrillo visto, me regalaron una foto sepia del mismo. Estaba con mis padres en el despacho de Madre Teresa, la que luego fue mi directora, y a mis cuatro años, desconocía por completo cuanto significaba aquello.
Pared con pared con el huerto claro de Machado, su fuente y su limonero, imagino que empezó a conformarse la persona que soy hoy.
Al recordarlo me da la risa, parece hoy en día que tras esos muros el tiempo se paró, y éramos niñas de otro siglo. Niñas que jugaban a los cromos, que también jugaban a aquello de “Soy capitán de un barco inglés”, niñas con babis, con lazos y calcetines azules en invierno, blancos en verano. Pequeñas e inocentes, lejos de videoconsolas, de un cursilismo tan extremo que en primavera hacíamos coronas con los jazmines del patio. Y me provoca risa, pero es que era así.



Aprendí a leer, aprendí a escribir… Tal vez por esas dos cosas ya aquellas monjas merezcan mi eterno agradecimiento. Aprendí a ser y tener amigas, aprendí miles de oraciones que ya ni se rezan… Fui tanto a misa que imagino que me gané el cielo en esos años; adquirí un ritmo tan rápido al rezar el rosario que era casi inteligible, y habría sido materia de record.
Teníamos una capilla, y una pequeña iglesia con clausura, reja y restos de clavos. Teníamos un Niño Jesús milagroso, que si las cosas no han ido muy mal, lleva colgada una esclava con mi nombre, para que no se olvide de mí. Teníamos un autobús escolar con Ana la monitora y Luis el conductor; llevábamos lazos para distinguir nuestras diferentes rutas… Teníamos un patio blanco con techo y columnas, teníamos otro al aire libre, era el mismo en realidad. Teníamos inocencia, toda la vida por delante y la sonrisa de quien ignora lo que será de mayor. Teníamos todas el mismo material escolar, en los mismos colores. Teníamos al Beato Guido y su himno afrancesado. No teníamos más varón entre nosotras que al cura y un par de albañiles, porque como en casi cualquier comunidad de monjas, teníamos una obra. Pasaron los años, y aquel colegio no se adaptaba a la LOCSE, lo dicho, tal vez el tiempo tras aquellos muros fluía de otra forma. Fue una muerte lenta, una agonía prolongada la de aquél lugar. Se fueron yendo niñas, se fue apagando el ruido, hasta que un día, se apagó del todo.




Cuando paso por delante me da un pellizco. Miro la puerta de la cochera, que alguien ha grafiteado, e intento intuir tras la ventana esa biblioteca que me enseñó el placer que da elegir un libro. Adivino tras las rejas mis aulas y aquellos años que no volverán.
A mucha gente que conozco hoy en día, les cuesta creer que yo fuese a un colegio así. Tal vez mi imagen sea más “bohemia”, o menos clásica, incluso puede que algo más irreverente; pero a estos les extrañaría aún más saber, que a veces, y sólo a veces, echo de menos todo aquello. El creer tanto y tan a ciegas en todo, la seguridad de unos muros tan altos, la confianza que aporta el ignorar las cosas malas, los tragos amargos que la vida te reserva… No me duele en prenda, fui muy feliz tras esos muros y con aquellas monjas.


A Blanca, por compartir conmigo ese colegio, por compartir algunas cosas más, porque ha cruzado el umbral a los 24 y por leerme siempre, con tanta benevolencia; muchas felicidades “ABEBO”

24 comentarios:

Anónimo dijo...

... sin palabras...
Muchas gracias por todo, por compartir tantos momentos conmigo y por recordarmelos de vez en cuando...
Gracias pr perder de vez n cuando el autobus que nos traia de vuelta a casa y quedarte conmigo comiendo galletas de chocolate que las monjas nos daban, gracias por jugar conmigo entre aquellas columnas que si bien no recuerdo eran de marmol, gracias por seguir, depues de de 20 años, acordandote de mi,
simplemente GRACIAS!
---ABEBO---

Anónimo dijo...

Perdón por las faltas de ortografía y por haberme comido varias letras, pero las lágrimas y la emoción no me han dejado escribirlo en condiciones.
Gracias de nuevo.!

Julio Mod. dijo...

Lo he leido con fondo de La Maja y el ruiseñor de Goyescas, de Enrique Granados, sólo me ha faltado la melodía de la lluvia en el cristal dialogando con el visillo. Cuando vuelva a tomarme una cerveza en Las Dueñas me acordaré de esta entrada. Y siento que parezca tan cursi

Necio Hutopo dijo...

Colegio de monjas... herm... Bueno, parece que te fue mejor que a otras historias que yo me sé...

Alberto Ramírez Jiménez dijo...

Enhorabuena por esta entrada con sabor a añoranza. Ciertamente creo que esa es la edad ideal del ser humano, cuando nada te turba y sólo piensas en jugar.
También tengo yo recuerdos de esos muros y esas monjas, aunque un poco más actuales que los tuyos.
Me alegra saber que la enseñanza en un colegio religioso no es como siempre la pintan.
Saludos

La verdad esta ahi fuera dijo...

Que cosas, ese convento tambien forma parte de mi vida por otras razones, quizas te suere Sor Carolina, aunque en casa la conociamos como la tia Cari.

En la clausura de ese convento deposito mi mujer su ramo el dia en que nos casamos, y algo sabe esa casa de las tunicas de muchos amarguros.

La gata Roma dijo...

Jajajaja, ay Blanquita, yo me he acordado del primer día de clase, cuando tras el recreo, jugando al escondite, sonó una campana, y yo no sabía para que era… Me encontró Madre Inés, comiendo chucherías con las niñas mayores, y ni que decir tiene que gané en el escondite, jajaja O el primer día de clase, que fuimos en el autobús escolar, y detrás nuestras madres en coche… En fin, que más recuerdos que botellines de Cruzcampo, así que no me llores, que hoy te haces vieja y no son formas… jejeje, y of course, no te preocupes por la ortografía, yo pego cada patada que…
Sibelius, con esa lectura y acompañamiento musical le has dado una calidad a la cosa, que te agradezco mucho. Yo hace mil que no entro en ese bar… algún día volveré… Y hoy parece que los cursilismos tienen barra libre, así que sin problemas.
Necio, pues si; y he estado en dos. Quitando algún conflicto ideológico, ni me pegaban con la regla ni nada parecido… Y te aseguro que tengo muchos amigos con buenos recuerdos de colegios así.
Morís, la verdad es que si. Lo malo es que de tanto beaterío, me dio por querer ser Santa, que no aspiraba yo a menos escalafón… Los Reyes Magos me trajeron Vidas de Santos y no veas… que pesadillas tenía, a la que no la mataban, la descuartizaban o la separaban por la mitad atándola a dos caballos… En fin, que perdí las ganas. Ya te contaré las impresiones de Fray Ricardo a este respecto, que las hay. Sobre tus recuerdos, imagino que son de los años de asilo… Alguna de mis profesoras estaban aún allí en esos tiempos… Y sobre colegios religioso, lo dicho al anterior comentarista, al menos yo no puedo hablar muy mal.
Amarguro, imagino que no era maestra, o no me dio clase, porque le doy vueltas y no caigo… Yo merendaba en San Juan de la Palma más de una vez, y no precisamente botellines… Los recuerdos amarguros van casi parejos a los del convento en muchos casos.






Kisses a todos, especialmente a la cumpleañera

El vecino del 4º dijo...

....mmmmmm...así son los recuerdos, con el paso del tiempo, tengo la impresión que casi todos los recuerdos con los que nos quedamos son de los buenos, de los buenos momentos, de las risas, de los juegos, de las fantasías, tanto lo que creo que los buenos recuerdos acaban siendo los mejores e incluso los no tan buenos no tienen la misma carga de negatividad o dramatismo...al menos el tiempo sirve para eso, para matizarlo todo...en fin...
como siempre en tu línea, belleza, ternura y práctico como la vida misma...

vecino del 4º

Anónimo dijo...

Yo estaba en la clase de Blanca me y es es verdad todo lo que comenta del colegio Espiritu Santo.Leyendoo recordaba como si fuera ayer el primer día en que entre en el colegio.El patio blanco rodeaodo de columnas.La campana que se tecaba para avisar la el recreo que nos peleabamos por tocarla todas.Tambien a la profesora Pilar que era la sobrina de una monja.Y mi profesora preferida era en 1º E.G.B señorita María.Ojalá algun día se pudira entrar en el colegio y poder recordar esos maravillosos años yo ya hace que me fui 15 años y parece que fue ayer cuando me fui de el.

Unknown dijo...

Cuento echo de menos mi colegio... y eso que estaba al lado de mi casa y no era tan bonito como el tuyo: CP Pino Flores, toma esa, con desdoble en 5º de EGB en la Casa Cuna, toma esa otra! y encima como soy tan viejo aún no habían hecho la Avenida Alcalde Manuel del Valle y nos montaban un Circo con leones y todo frente a San Diego, donde hoy está el bulevar, esa ya es de nota, jeje.

Aunque a decir verdad, echo de menos el Instituto... y los primeros años de carrera... esas fiestas...

Saludos.

divagador@ dijo...

bellos recuerdos...a veces el simple hecho de recordar nos aliviana la in-calma y nos ayuda a continuar añorando el pasado pero añorando el futuro sin dejar de disfrutar el presente
besoz

Zapateiro dijo...

Yo también fui muy feliz en el colegio y también era de monjas. Además, creo que la educación en cuanto a buenos modales está desapareciendo y eso a nosotros nos lo grababan a fuego.

Pero mi mejor época fue la del insitituto, ¡me lo pasé tan bién en el Nervión!...¡ains!...

Antonio dijo...

Como suele ser habitual en ti, en tus entradas, dejas rastros imborrables de una etapa feliz. Bueno, lo cierto, es que para ir tantos años a un colegio de monjas no se notan cuando se te conoce. Y es que conocí algunas que mejor no sacarlas a relucir en tal pulcra entrada ;-)


Se entiende perfectamente tu pasión por vivir la ciudad que pisas, la has conocido desde algunos sitios que esconden parte de esa belleza que no está en los libros ni en la memoria de ningun guía a sueldo.


Mi etapa alpina del Instituto me persigue aún... y forman parte de un compendio de batallitas del abuelo.

Saludos sin pellizcos monjilesAntonio

Antonio dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Antonio dijo...

Donde dije alpina quise decir pirenáica aunque no creo que tenga mucha importancia.

Salud(os)

Antonio

La verdad esta ahi fuera dijo...

Ainnn que fallo, bueeeno lo dire. La abadesa general de la orden de las Comendadoras del Espiritu Santo cuando tu estabas alli, era tia abuela mia (hermana de mi abuelo) Mi tunica de nazareno es lavada y planchada todos los años alli.

Enrique Henares dijo...

Magnífica entrada. Siempre te he dicho que, por mucho que quieras ir de progre, eres una rancia y es que una infancia así imprime carácter.

En ese colegio estudió mi abuela materna y aún anda por mi casa una foto de niña, como cosiendo o algo así sentada en un patio con otras compañeras.

Cuando mi blog tenía algo de actividad escribí una entrada sobre mi cole, tan cercano al tuyo.

La gata Roma dijo...

Vecino, de hecho, durante un tiempo pensé que no era bueno esa tendencia dulcificante que tiene la memoria; luego, cuando dejas de ir de madura de la vida, te das cuenta de que es lo mejor y lo más sano; de todas formas, lo malo se sigue recordando, que tampoco está mal, para que no se repita.
Anónimo, más bien Anónima, imagino quien eres; yo recuerdo aún más a Madre Inés, la profesora de primero de preescolar, y algo que tú ya no viviste, el día en que sus alumnas, llorando a más no poder, nos despedimos de la religiosa que nos enseñó a escribir nuestro nombre y algunas cosas más…
Mi General, nota y matrícula desde luego… No soy capáz de recordar que había antes de la avenida Alcalde Manuel del Valle… En fin, reconozco que mi colegio tenía un marco histórico, cultural o no sé, pero me quedó una sensación que no he vuelto a sentir en ningún otro sitio en que haya dado clase. Otras si, pero no como en aquél lugar.
Divagando siempre, cierto. Ha sido un paréntesis en el recuerdo.
Zapateiro, pues si, y me duele admitirlo porque tengo un concepto de la educación algo más utópico, pero creo que a mi me enseñaron muchas cosas que según veo, ya no se estilan, o tal vez las enseñaban los maestros y como ahora todos son docentes…
Jajajajaja, Antonio, lo de que no se me notan me ha hecho mucha gracia. No es la primera vez que me lo dicen, pero no así, la verdad. Evidentemente, ha habido luces y sombras en mi pasado, como en el de todos, pero hoy tocaban luces. Sobre las exalumnas de colegios de monjas, pues hay de todo en todos lados… Hay quien no asume la disciplina y cuando cruza la puerta se desmelena… jajajaja. A veces me siento algo afortunada, por haber ido a parar a ciertos sitios, sobre todo cuando acabas dando clase en Alcosa, y piensas que la calle Dueñas queda bien lejos… Espero batallitas del abuelo, pirenaicas o de dónde quieras.
Claro Amarguro, yo de la orden en si no estaba tan al día, sólo de las que formaban parte de la dirección del colegio. Ten en cuenta que la clausura era eso, y hay muchas partes de aquel sitio que nunca llegué a conocer.
Pregonero, ¿ir de progre? Mmmmmmm, no sé yo, es lo malo de las etiquetas, que no suelen ajustarse bien a nada. Desde luego es una infancia algo diferente en algunos sentidos a las de otros de mi edad, pero bueno. En el colegio ya no me enseñaron labores, pero como éramos tan cursis, muchas teníamos bastidor y todo; el mío aún anda por mi casa… Un par de años después de que yo entrara al colegio, el autobús cambió la ruta, y nos dejaba en San Pedro, así que nos habremos cruzado muchas veces, porque entrábamos y salíamos mas o menos a las mismas horas, aunque claro, no olvides que soy muchísimo más joven que tú, jajajaja

Kisses a todos y muchas muchas gracias por estar ahí siempre, aunque yo haga posts cursis, o disparatados…

RELATO DEL PRESENTE dijo...

Yo también había llegado a desarrollar una velocidad digna de locutor de publicidad para rezar el Rosario. A la distancia lo veo y me doy cuenta que no rezaba, que no pedía, que no sentía. Que lo único en lo que pensaba era en batir records. Cosas de niños en colegios católicos.

el aguaó dijo...

Los lugares como el que relatas, esa calle estrecha anclada en el corazón más al norte de la ciudad con nombre de Trinidad, son lugares donde el tiempo se detiene. Entrar allí es como si el tiempo se parara. Tiempo sin tiempo. Tal vez por este motivo la LOGSE nunca llegó, porque realmente las horas no pasaban en su interior.

Quizás no creciste en ese colegio, creciste fuera. Cuando estabas dentro, no envejecías, porque cuando cruzas muros como el que relatas, el tiempo queda suspendido en la nada. Y puede que eso tamnpoco se olvide.

Un fortísimo beso.

P.D. "Fui tanto a misa que imagino que me gané el cielo en esos años", es decir, que por mucho mal que ahora hagas, ya no irás al infierno... ¿no?. Interesante.

Unknown dijo...

Aunque tu escuela dista mucho de lo que fue la mía,para bien o para mal,has logrado transportarme a tu pasado,y me ha gustado cómo me he sentido ahí dentro...
Precioso.
Un beso

La gata Roma dijo...

Con retardo, pero no dejo nada colgado…

Relato, es totalmente cierto, sólo piensas en ser rápido, en acabar, jejeje
Aguaó, ¿acaso dudas de que tengo el cielo ganado? Jajajaja. Lo mismo si cruzo la puerta rejuvenezco, quien sabe.
Muchas gracias Orle, tienes un don para la teletrasportación.

Kisses

dsiree fdez paguillo dijo...

yo tambien estudie en el espiritu santo, aunque soy algo mayor que tu coincidimos en el cole, yo soy del 81 y mi hermana del 83...
aunque mis recuerdos del cole no son tan buenos como los tuyos, pues existieron muchos conflictos ideologicos entre las monjas y yo... me ilusiono encontrarme de pura casualidad con tu relato... lo de las peleas para tocar la campana...los eternos albañiles...los jueves en misa... el himno del beato guido todas en fila en el patio blanco... jejejeje

Anónimo dijo...

Leer el mundo blog, bastante bueno

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